NOTA BENE
Cerrar negocios = pobreza
Circuló en redes sociales un video en el que manifestantes de Petén, con capuchones y palos, se enfrentan con unos dependientes de una tienda. Los agresivos manifestantes zangolotean la persiana metálica, ingresan al establecimiento y se lanzan sobre los vendedores. Cierren, o ya verán… Queda clarísimo: el cierre de cooperativas, tiendas, bancos, centros comerciales y mercados se logró con amenazas, extorsiones y violencia. Quienes bloquean las carreteras retienen a miles de personas contra su voluntad: ellos reportan tiempo desperdiciado, vegetales podridos y emergencias médicas no atendidas. Este no es un paro nacional voluntario y pacífico; ya empezaron a saquear y cometer actos de vandalismo, de forma impune.
' No nos enfrentemos unos a otros.
Carroll Ríos de Rodríguez
Los bloqueos han provocado el desabastecimiento de mercados y tiendas. Los precios subieron. Las pipas de gasolina no pueden surtir de combustible a los lugares donde escasea el bien. Han creado un caos económico que afecta adversamente a todos.
En días normales, podemos acceder a un manojo de cebolla o perejil gracias a la cooperación espontánea entre incontables personas anónimas. ¡El ecosistema económico es verdaderamente asombroso! Millares de oferentes y demandantes contribuyen a suministrarnos diariamente una amplia gama de bienes y servicios. Cuando se le confiere respeto y libertad, dicho proceso dinámico y complejo se autorregula y crea riqueza. Tristemente, esta vez no fue una pandemia ni un desastre natural lo que desbarajustó el ecosistema económico, sino la decisión deliberada de un puñado de políticos, perfectamente conscientes de que imponen pérdidas devastadoras a las familias guatemaltecas.
Con toda probabilidad, antes de la convocatoria al paro, el vendedor en Petén hubiera atendido cordialmente al manifestante deseoso de comprar un producto en su tienda. Sin discordia, los dos se congratularían por el intercambio concretado y se desearían mutuamente el bien. En contraste, hoy se pelean, incitados por unos políticos lejanos que no velan por su bienestar. Los mercados engendran la paz y contribuyen al bien común, mientras que los bloqueos siembran el odio. Es un robo disfrazado con frases demagógicas: en nombre del pueblo (cuya voz se arrogan injustamente), roban el fruto de nuestro trabajo, nuestra paz, nuestra libertad y hasta la vida.
El discurso progresista es venenoso, pues predica envidia hacia el vecino e invita al enfrentamiento. El manifestante promedio se tragó la errada narrativa de que los mercados únicamente sirven los intereses de los ricos. Aplaude al político-mesías que ofrece expropiar propiedades y pisotear a los empresarios, sin percatarse de que inadvertidamente se hace el harakiri. Una vez se aferre al poder, aquel político-mesías terminará de destruir al ecosistema económico, y luego reprimirá a las masas hambrientas. Para colmo, tendrá muchas más oportunidades de las que tuvieron anteriores gobernantes para cometer actos corruptos.
Algunos dirán que la circunstancia política de Guatemala amerita estos bloqueos violentos. El fin no justifica los medios. Dos males no hacen un bien. Aterrorizar y aprisionar a la ciudadanía inocente y trabajadora no contribuye a alumbrar las fallas o los aciertos de las distintas entidades del gobierno. Los políticos tienen a su disposición otros mecanismos para resolver conflictos y descubrir la verdad detrás de este entuerto. El presidente electo, Bernardo Arévalo, debería pedir que finalicen los bloqueos. Muéstrenos que el cambio que nos prometió en campaña tiene sabor a democracia y no a represión, que Usted es sembrador de paz y transparencia, y que Usted sí respeta y hará respetar la libertad, la vida y la propiedad de cada guatemalteco.