Pluma invitada
Ciudadanía de honor
Flavio Herrera, nacido en 1895 y fallecido en 1968, fue el fundador de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Usac.
Han pasado siete tempestuosas décadas en medio de una serie de drásticos cambios en Guatemala. Puedo expresar gratitud por esa bendición divina de conservar mi “espíritu de lucha” para expresar las circunstancias de nuestro país evitando confrontaciones.
Aunque la memoria falla con la edad, la oportunidad de estar en acontecimientos que determinan políticamente el grado de deterioro de las instituciones, de los pesos y contrapesos y el cinismo de aquellos que, ufanándose de autenticidad, interpretan por los demás la Constitución de la República de Guatemala, no me ha sido negada.
A veces los que vituperan a otros son más sinceros de lo que pretenden ser sus discípulos que, parafraseando a Óscar Wilde, terminan siendo su Judas.
Creo que la claridad de análisis es más fácil de pensar que expresarla, pues las cosas en Guatemala suceden con una vertiginosidad que los acontecimientos políticos e históricos se vuelven efímeros o distorsionados, y con gran dificultad una página de opinión puede crear un cambio en los diferentes componentes de la sociedad guatemalteca.
Una de las cosas que siempre espero es que quienes leen, coetáneos o contemporáneos, puedan tomar el tiempo necesario para entender las incontables versiones que de un mismo hecho circulan en redes sociales, quedando poco espacio para un ciudadano que sea testigo de honor de un pueblo que desea superarse, tal como el fundador de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Flavio Herrera, nacido en 1895 y fallecido en 1968.
La Universidad de San Carlos de Guatemala es producto del decreto 12 de la Junta Revolucionaria de Gobierno de 1944.
Flavio Herrera recibe el premio Mariano Gálvez por su invaluable tesis de Derecho, y fue de los más de trescientos ciudadanos que firmaron el documento en el que solicitaban al señor presidente Jorge Ubico Castañeda restaurar las garantías constitucionales. Dirigió la Escuela Centroamericana de Periodismo, la cual, a propuesta de la Facultad de Humanidades la Universidad de San Carlos, le otorga el reconocimiento de profesor emeritissimun, y el gobierno ejecutivo, la Orden del Quetzal.
En su testamento donó su finca de San Antonio Suchitepéquez a la Universidad de San Carlos, para establecer el Centro de Agricultura Tropical Bulbuxyá, y su casa en la calle Mariscal, 7-56, zona 11 de la ciudad de Guatemala, para que funcionara como biblioteca y centro cultural.
Su formación académica en Italia y Alemania le hicieron percatarse de la condición humana en Guatemala. Hay que recordar que se graduó de Derecho en la Universidad Manuel Estrada Cabrera, pues la Universidad de San Carlos de Guatemala es producto del decreto doce de la Junta Revolucionaria de gobierno de 1944.
Su vínculo con Guatemala y con la creación de la única y autónoma universidad pública de Guatemala fue continuado por Carlos Martínez Durán, profesor de la Facultad de Humanidades, cuyo epitafio en su tumba dice: “Hacedme un duelo de labores y esperanzas”.
Una obra que merece ser leída son sus Bases Humanísticas de la Enseñanza Médica, escrita en 1946, además de su enorme contribución a la superación del estudiante universitario.
“Id y enseñad a todos”.