PUNTO DE VISTA
Civilización y política
En su reciente libro The Rise of the Civilizational State, el profesor de la London School of Economics Cristopher Coker afirma que varios autores han utilizado el concepto de “civilización” para el estudio de la historia y la política, como Oswald Spengler, con su obra La decadencia de Occidente y Arnold Toymbee y los 12 tomos de su Estudio de la Historia. Ambos autores tuvieron un relevante éxito en su momento; sin embargo, en la actualidad han dejado de ser releídos y citados. En cambio, Samuel Huntington, quien fue mi profesor y amigo en la Universidad de Harvard, mantiene, de acuerdo con Coker, su actualidad. En efecto, su libro The Clash of Civilizations and the Remaking of the World Order (1996) sigue siendo leído y citado en los medios académicos y periodísticos.
' El choque entre grupos culturalmente distintos es y será una parte relevante y creciente de los conflictos de este siglo.
Sadio Garavini di Turno
Huntington, ya tres años antes, había presentado su planteamiento en un artículo, The Clash of Civilizations, en la revista Foreign Affairs. En el propio “momento unipolar” de los EE. UU., cuando Occidente estaba festejando la victoria en la Guerra Fría y Fukuyama anunciaba el “fin de la historia”, con la implantación definitiva del orden liberal democrático en el mundo, Huntington presentaba su tesis de que las culturas y no la economía o las ideologías serán las más relevantes fuentes generadoras de conflictos. Por civilización Huntington entiende: “El más alto agrupamiento de pueblos y el más amplio nivel de identidad cultural que tienen las personas, aparte del que distingue a la especie humana de otras especies”. Las diferencias entre las civilizaciones tienen que ver con la historia, el idioma, la tradición, las costumbres, las instituciones y la religión.
Huntington considera que la identidad “civilizacional” será cada vez más importante y que los conflictos del siglo XXI serán condicionados, si no determinados, por la interacción entre seis u ocho civilizaciones mayores: occidental, china, japonesa, islámica, hindú, ortodoxa-eslava, latinoamericana y posiblemente la africana. La lista de civilizaciones es ciertamente discutible. No es fácil separar, por ejemplo, la América Latina de Occidente y el propio Huntington matiza en el libro la diferencia presentada en el artículo. Según Huntington, el eje central de la política mundial será,
probablemente, entre “Occidente y el resto” (The West and the rest).
Huntington ya predecía en 1993 la creciente “conexión” entre estados confucianos e islámicos y su desafío a los valores y el poder de Occidente.
En efecto, en el debate político económico frente a la clásica síntesis occidental de democracia y economía de mercado se contrapone, cada vez más, como modelo alternativo exitoso, una especie de despotismo asiático, que combina un autoritarismo político más o menos intenso con una eficiente economía de mercado.
Ahora bien, el tema central de la obra de Huntington es absolutamente actual. El choque entre grupos culturalmente distintos es y será una parte relevante y creciente de los conflictos de este siglo. Sin embargo, seguirán existiendo enfrentamientos grupales intensos cuyo origen será económico, ideológico o simplemente derivados de la permanente voluntad de poder, la concupiscentia dominandi de San Agustín, que es inherente a la naturaleza humana.