CATALEJO

Cobardías y mentiras anónimas en las redes

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Las redes sociales se han rebalsado de mensajes anónimos, y por tanto cobardes, para divulgar mentiras o exageraciones, ataques personales y descalificaciones contra los candidatos de la segunda vuelta. Mienten, asustan, y convencen sobre hechos del pasado lejano, y hacen inferencias basadas en opiniones de alguien o de algún grupo político. Como resultado, el miedo se convierte en pánico y el adversario político en enemigo irreconciliable, y quien los reenvía se vuelve cómplice o tonto cuya utilidad tiene la enorme ventaja de ser gratuita.

' Entre mentiras anónimas por redes, se olvidaron tres acontecimientos de importancia histórica.

Mario Antonio Sandoval

Las críticas entre y a los políticos son válidas y necesarias. Ambos tienen el derecho de señalarse mutuamente y aprovechar los errores del contendiente. Esto es válido por no constituir anónimos, y se realizan para beneficiar a quien lo hace, en detrimento del otro. La política es un boxeo y este implica golpes fuertes, pero de la cintura hacia arriba, en discursos y debates, cuando lo son. Si un aspirante miente, no puede quejarse por una respuesta dura causante de reducirle votos. Es una característica de la democracia.

Es optativo para el votante escucharlos, criticarlos o alabarlos y decidirse por alguna opción o no votar. Si ambos se embarran en el intercambio de insultos, pierde más quien empieza. Los netcenteros, sicarios del mensaje político, dependen del reenvío de esas mentiras o exageraciones, y fracasan si esto no ocurre. No equivalen a los de quienes firman y envían sus escritos, aunque el mensaje distorsionado es un lado oscuro, por los abusos, de la constitucionalmente garantizada la libertad de emisión del pensamiento. Hay juicio de imprenta para quien la incumple.

 

Tres fechas olvidadas

Esta semana coincidieron tres efemérides interesantes de hechos en su momento desconocidos, pero después históricos por sus consecuencias y porque sus protagonistas se volvieron referentes. Estos días son el 25 de julio de 1524, fundación por Alvarado de la primera ciudad; el 26 de julio de 1953, invasión de Fidel Castro a Cuba, y en 1957 el asesinato en la casa presidencial de Carlos Castillo Armas. Todas están olvidadas para la mayoría de guatemaltecos, a causa de su edad, sobre todo.

Don Pedro de Alvarado, cruel y sanguinario, hijo de su tiempo, aprovechando las guerras intestinas entre quichés y cakchiqueles, hace 499 años fundó la primera Santiago de Guatemala en homenaje del patrón de España. En toda Hispanoamérica, menos Puerto Rico y Paraguay, paro con Brasil y Estados Unidos, hay iglesias y ciudades dedicadas a ese apóstol de Jesucristo. En Guatemala se cumple la interpretación de haber sido tropas indígenas las verdaderas conquistadoras al llegar tlaxcaltecas mexicanos, enviados por Hernán Cortés.

Del 26 de julio de 1953 supe vía la lectura de la |revista Bohemia, incautada por Castro a su director vuelto fidelista Miguel Ángel Quevedo y exilado desde 1960, quien terminó suicidándose y dejó una carta de arrepentimiento. El castrismo tuvo profundas consecuencias en todo el continente y en Guatemala fue una de las razones de los 36 años de guerra interna, por la cual murieron alevosamente más de 200 mil connacionales, y causó el ocultamiento de la historia de su historia.

Castillo Armas murió asesinado en la casa presidencial. Estuvo en capilla ardiente en el Palacio Nacional, entre cientos de dolientes en fila, sobre todo ancianas con mantos negros, quienes se persignaban, lloraban y arrojaban al vidrio monedas de pocos centavos. Al día siguiente, subido en un árbol de la 20 calle, vi el solemne y protocolario paso del féretro, al frente de un caballo negro con las botas de montar vacías y colocadas con las puntas hacia atrás. Fueron sucesos cuya gravedad y consecuencias nadie pudo sospechar.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.