Fundamentos
Colegio electoral y el principio de la mayoría
El sistema de colegio electoral promueve el respeto a las mayorías, la representación proporcional y el equilibrio entre los estados.
Para quienes están atentos a las elecciones en Estados Unidos, estas han sido un auténtico carrusel de giros sorpresivos, contramarchas, actos de violencia, debates de impacto y expedientes legales. Pero quizá lo que más atrae la atención de analistas es lo que está sucediendo en un puñado de estados donde la elección parece que se decidirá finalmente, y de cómo ambos contendientes están concentrando su atención y estrategia en ellos. Detrás de esta dinámica subyace un curioso mecanismo que, para quienes tenemos elecciones directas y vivimos en países con una conformación política unitaria, es cuando menos sorprendente y casi contra intuitiva. Me refiero al sistema del colegio electoral.
Estamos acostumbrados a pensar que quienes ganan las elecciones son aquellos que sacan mas votos. Ese no es necesariamente el caso en la Unión Americana, donde, debido al sistema de elección indirecta, se han llegado a producir varios casos en los que es elegido presidente aquel que ha tenido menos votos populares que su rival. ¿Cómo es esto posible? ¿Es una violación al principio de la mayoría que está tan imbricado en la concepción de una democracia? ¿Es una buena o una mala idea? Es importante recordar algunos aspectos esenciales de ese sistema para poder juzgar si responde a una razón válida o no.
Estamos acostumbrados a pensar que quienes ganan las elecciones son aquellos que sacan más votos.
Primero, recordar la estructura federal de los Estados Unidos. Como el mismo nombre lo indica, este país está conformado por una unión de cincuenta estados, en los que cada uno tiene su gobierno estatal y su propia legislatura, así que ya, de entrada, los estados en lo individual tienen mucho peso en las decisiones nacionales. Luego, el colegio electoral, que se integra con delegados elegidos en las elecciones presidenciales de noviembre, practica el principio de representación proporcional, pues cada estado tiene tantos delegados en el colegio electoral como senadores y congresistas aporta a las dos cámaras. Por último, el candidato que tiene mayoría de votos en el estado, salvo un par de excepciones, se lleva todos los delegados hacia el colegio electoral. Así que el sistema recoge, en el fondo y en simultáneo, el respeto a las mayorías, la representación proporcional y el equilibrio entre los estados.
Por otro lado, si la elección simplemente la ganara el que tiene más votos populares, ¿qué sucedería si los estados populosos como California, Texas o Nueva York terminaran decidiendo siempre la elección porque tienen la mayor presencia de votantes? Simplemente que los candidatos se concentrarían allí, sin atender los intereses, asuntos o problemas de los otros estados menos poblados. Esta matemática que hoy obliga a los candidatos a conseguir la mayoría de los delegados en el colegio electoral es precisamente lo que hace que la atención se traslade de los grandes centros urbanos a otros campos de batalla electoral, cuyos votantes poco podrían contar si la elección fuera con mayoría simple.
El sistema de colegio electoral presenta retos interesantes a los candidatos. ¿Cómo adecuar su propuesta política para no afectar a los votantes en los “estados claves”? ¿Cuánto modificar sus agendas para concentrarse en escuchar los problemas de estos electorados en la recta final? Ya Tocqueville, en su obra La democracia en américa, resaltaba algunos valores esenciales que configuraban la esencia del sistema político americano. Me atrevo a decir que este sistema, por complicado que pueda parecer, es en concepto y en esencia muy democrático y republicano.