FUERA DE LA CAJA
Cómo administrar la abundancia de data
La sociedad accede a un flujo de data y comentarios —muchos sin origen ni contenido verificable— que delínea lo que autores como Antoni Brey denominan “la sociedad de la ignorancia”. Vivimos inmersos en conocimiento generalmente superficial, que influye en nuestra forma de pensar y actuar. La producción exponencial de información instantánea y el acceso a un sinfín de fuentes diversas evidencia nuestro distanciamiento del conocimiento “absoluto” y de cómo nuestro propio entendimiento adquiere un peso relativo menor.
Es iluso pensar que la abundancia de información en las redes sociales permite incrementar el conocimiento, pero muchas veces se nos olvida; la consumimos de manera automática y la compartimos instintivamente. Aquellos contenidos que no verificamos o desconocemos nos exponen a fallar en la formación de criterio y en la toma de decisiones fundamentadas.
Y es que, en el ámbito de la comunicación, la abundancia de contenido no verificado ni correctamente interpretado no es sinónimo de riqueza de conocimiento. Por ejemplo, las redes sociales, como WhatsApp, generan en promedio 100 mil millones de mensajes diarios. Por ser una red abierta a la interacción integra una interminable gama de interlocutores a la temática más diversa jamás imaginable.
' Más información no es más conocimiento; entonces, ¿cómo aportar valor en un mundo hiperinformado?
Klara Campos
Vale recordar que el asalto al Capitolio, en enero del 2021, generó 430 mensajes por segundo, unos 23 millones de mensajes sobre el tema en las primeras horas, con los cuales se trató de describir e interpretar un hecho desde millares de perspectivas. En ese torrente pudo fluir información imprecisa, falsa o malintencionada.
En contraposición, el ciberespacio es una oportunidad para actualizarnos y mantener la competitividad en nuestras áreas de interés. Con una actitud responsable y consciente de búsqueda de información con objetivos específicos podemos encontrar importantes puntos de referencia para actualizar, investigar y profundizar sobre corrientes de opinión y hechos concretos.
El colombiano Carlos Cortés destaca que “la información continúa siendo un recurso estratégico, de tal modo que la nación o empresa que no lo considere así queda fuera de la economía de la información, hundiéndose sin remedio en sus propias desventajas y marginándose de la evolución de su entorno”.
Para incrementar nuestra riqueza de entendimiento debemos acostumbrarnos a navegar con actitud de lectura crítica y a seleccionar la información que nos resulte valiosa.
En el otro lado de la moneda, cuando en este saturado ecosistema somos nosotros los que debemos comunicar, es útil mantener presentes las premisas “más información no es más conocimiento” y que “manejar información no verificada puede llevar a grandes equivocaciones”.
En este mundo de la hiperinformación no habrá suficientes recursos para asegurar que se efectúe el contacto deseado y se lleve a cabo el traslado de información a quien queremos. Para provocar retentiva en nuestro interlocutor, “limitar” las distracciones y el ruido originado en las redes sociales, tendremos que aportar valor a nuestra comunicación para que sea nuestra audiencia la que nos busque, derivado de que consistentemente coincidimos en un propósito superior.
La aportación de valor incrementa la modelación de la percepción.