AL GRANO

Convertirnos en un Estado moderno I

He decidido dedicar unos dos o tres artículos a un tema que me parece de suma importancia, pero referido a la situación actual del Estado guatemalteco. Es tan importante que, como me permití opinar en una reunión organizada por Fundesa, preparatoria del Enade 2019, de eso depende la viabilidad del Estado guatemalteco.

' El “ejercicio del poder detrás del trono” o en “sociedad con el trono” es una característica del Estado premoderno. Hay que evolucionar.

Eduardo Mayora

Soy consciente de que algunos piensan que exagero. Es más, desafortunadamente, a algunos les molesta que exprese así estas cosas porque piensan que otros las aprovechan para su provecho. Desafortunadamente, también, algunas de esas personas han confundido dos luchas que, a veces, se entrelazan, pero que son distintas.

Una, es la lucha por el poder. La lucha por el poder en circunstancias –como en Guatemala— en que casi todo se vale. La otra es la lucha por las ideas, caso en el cual solo valen las ideas que reflejen razonablemente la realidad.

Yo no estoy metido en la primera de esas luchas. Creo que, actualmente, por razones como las que procuraré explicar en estos artículos, esa lucha, en Guatemala, es casi una guerra. Los contendientes llegan, en no pocos casos, hasta el punto de quitarse la vida. Se miente, se traiciona, se compra y se vende la pertenencia a una u otra facción política.

Sí estoy en la lucha por las ideas. Es una lucha que, en el curso de unos treinta o cuarenta años, también ha cambiado mucho. Como en ese período el proceso político de Guatemala fue pasando de ser predominantemente ideológico a ser predominantemente “de negocios”, la lucha por las ideas también cambió.

No es de extrañarse, me parece, de que eso haya ocurrido así. En el diseño mismo del Estado guatemalteco sus élites nunca terminaron de entender –o de preferir— la conformación de un “Estado moderno”. Nunca se “cerraron la puerta al ejercicio del poder tras el trono”. Nunca se cerraron la puerta a ser el árbitro final del sistema.

La noción de “Estado moderno” se refiere al que sustituyó al Estado del “Antiguo Régimen”. Es un Estado en el que los límites al ejercicio del poder —siempre los ha habido de alguna manera— adquirieron ciertas características fundamentales. Son las características que, a su vez, conformaron las grandes democracias liberales, el Estado de derecho (en donde prima el ideal del imperio del Derecho) y que perfilaron a lo largo de unos doscientos años el “constitucionalismo”.

En el Estado premoderno había “súbditos”, en el Estado moderno hay “ciudadanos”. En el Estado premoderno los límites al ejercicio del poder eran más bien fácticos. Dependían de hasta qué punto y en qué condiciones un monarca conseguía un respaldo suficientemente decisivo de ciertos grupos de interés, a cambio de una determinada distribución de las rentas del Estado. Quitando el hecho de que un monarca no era electo, el Estado guatemalteco ha venido a semejarse cada vez más al Estado premoderno, en lugar de evolucionar en la dirección contraria.

El resultado puede medirse o apreciarse de diversas formas. Quizás una de las más dramáticas sea que, en el curso de unas dos décadas y media, se haya producido un éxodo que, sumado a la emigración de los cincuenta años anteriores, ha llegado a más de dos millones de guatemaltecos. ¿Ha pensado usted qué hubiera sido de Guatemala si no hubiera existido esa opción para tantas personas?

Continuará…

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