CATALEJO

Demostraciones y lecciones de una encuesta sorpresiva

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La posición de los aspirantes a la presidencia en las próximas elecciones, dentro de 53 días, ha causado en muchos votantes, incluyéndome, una sorpresa por el rápido ascenso de Carlos Pineda, quien no siéndolo, se autocalifica de “nuevo” en el mundo politiquero del país. Demuestra: la multiplicación de partidos y de aspirantes ya no engaña a los votantes. Es una encuesta profesional e independiente, una foto del momento a sólo 53 días de los comicios, pero el 25 de junio podría haber números distintos, aunque fueran intachables. Poco probable, pero posible. El margen de error es +- 2.8 y las diferencias son remontables: Pineda-Torres, 3.6; 3. Pineda-Mulet, 13% y Pineda-Ríos, 13.9. Los votos blancos y nulos suman 21.85%, una quinta parte de los encuestados.

Al analizar estos números, la batalla política aún debe seguir entre quienes simpatizan con Pineda, Torres, Mulet y Ríos, en una lucha sin duda tensa, en la cual son fundamentales la legalidad y valentía del TSE y el gobierno. El margen de error marca el área donde el resultado de una encuesta es acertado. Esta tiene el 2.8%, y por eso Pineda abarca entre 20.3 y 25.1; Torres, con 19.5, entre 16.7 y 22.3. Mulet, con 10.1, tiene entre 7.1 y 12.9; Zury Ríos, con 9.2, entre 6.4 y 12. Es decir, hay empate técnico entre ambos. Integran entonces la cuarteta con posibilidades de ganar la presidencia, aunque esto puede significar poco si no se logra fuerza en el Congreso, cuyas acciones son determinantes por ser el más importante de los poderes del Estado.

' La encuesta Prensa Libre-Guatevisión, por su profesionalismo e independencia, señala la realidad electoral de hoy.

Mario Antonio Sandoval

La encuesta de Prensa Libre y Guatevisión constituye un adelanto de cómo será esa primera vuelta, con un gobierno merecidamente sacado a patadas. El tiempo, factor fundamental, oprime, y ya es ineludible y adverso. El resto de los aspirantes están allí, simplemente, con sus resultados de menos de 5%, escaso o mínimo conocimiento popular, aunque conocer a alguien no significa un voto a su favor. El resultado comprueba lo inútil de crear pseudopartidos y de proponer a candidatos surgidos de la ilusión, de la ambición o del deseo de convertirse en presidente cuando en realidad piensan, en el fondo de sus intenciones, como dictadores. Constituye además una guía para los cambios urgentes exigidos directa o indirectamente por la población.

Todo esto significa, creo, el final de las candidaturas de quienes quieren ser presidente por ilusión o necedad. En lo ideológico, los partidos identificados con una tendencia deben entender la necesidad de presentarse unidos y aceptar tendencias dentro del partido, cuyo candidato sea escogido con elecciones internas. En teoría, eso es un avance por permitir el diálogo interno y reducir el número de caras y símbolos partidarios en las papeletas electorales, además de eliminar los medievalistas cacicazgos y la dueñez partidista o la creación de clanes de parientes o de amigos. A mi juicio, un máximo de cinco partidos facilitaría el interés de participar entre personas sin desprestigio, porque con el mismo tipo de gente no se pueden lograr resultados distintos.

Las alianzas políticas, no contubernios, son aceptables. Reducen además los gastos de campaña y la suciedad de las calles cuando comienzan las campañas preelectorales, complican el funesto transfuguismo. Eliminarían la necesidad de cambios en los requisitos para fundar partidos, al reducir fuentes de recursos. Ello reduciría a los partidos carentes de diferencias reales. La encuesta refleja el grito de rechazo poblacional en todos los órdenes al sistema politiquero guatemalteco y señala la urgente necesidad de realizar cambios de fondo y de forma. Hay un segmento importante: los mayores de 60 años, sólo el 5% de los adultos, pero con experiencia y errores, permite aconsejar a los jóvenes qué no hacer. El país no tiene en frente una época de cambio, sino un cambio de época.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.