NOTA BENE

Desilusionó la Cumbre de las Américas

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La primera cumbre entre países del hemisferio tuvo lugar en Miami, en 1994. Seguidamente fueron anfitriones Bolivia (1996), Chile (1998), Canadá (2001), México (2004), Argentina (2005), Trinidad y Tobago (2009), Colombia (2012), Panamá (2015) y Perú (2018). El motivo principal de estas cumbres ha sido, desde el inicio, promover la democracia en la región y, además, traer a la mesa problemas compartidos como los flujos migratorios, el comercio internacional y la deforestación. Si algo ha dejado en claro el espectáculo en Los Ángeles la semana pasada es que no compartimos una definición de democracia. El anfitrión, los funcionarios participantes, los que boicotearon el evento y los progresistas protestando afuera usan la palabra en formas completamente distintas.

El presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, dijo que la cumbre pondría de manifiesto a los pueblos americanos “el increíble poder de las democracias para entregar beneficios concretos y mejorar la vida de todos”. Sin embargo, evitaban rotular de dictadores antidemocráticos a quienes no recibieron invitación: Miguel Díaz-Canel, de Cuba; Nicolás Maduro, de Venezuela; y Daniel Ortega, de Nicaragua. Los gobernantes que declinaron asistir, notablemente Andrés López Obrador (Amlo), de México, y Xiomara Castro, de Honduras, opinan que la exclusión de Venezuela, Cuba y Nicaragua es “antidemocrática”.

Por otra parte, asistieron otros izquierdistas electos como Pedro Castillo, de Perú; Gabriel Boric, de Chile; y Justin Trudeau, de Canadá. Trudeau afirmó que la democracia se da cuando las personas eligen su género y practican abortos legales. Afuera, oenegistas radicales cargaban carteles como “La verdadera democracia somos nosotros”. Los marxistas sostienen que el poder se “democratiza” cuando se centraliza en nombre del proletariado, aunque cercenen los derechos individuales. Tales discursos radicalizados arrastran al partido demócrata de Estados Unidos, el cual se aleja de los valores propios de una república constitucional liberal. Sintiendo la tensión, Biden balbuceó que América es “grande y diversa. No siempre estamos de acuerdo, pero porque somos democracias trabajamos en nuestros desacuerdos con respeto mutuo y diálogo”.

' ¿Qué es la democracia?

Carroll Rios de Rodríguez

La desilusión con la democracia y sus frutos, y con la clase política, viene desde antes. Solo una mayoría significativa de votantes canadienses sigue satisfecha con la democracia. La democracia estadounidense está en crisis, opina la mayoría de los encuestados. Y en América Latina, desde el 2010 se ha erosionado la fe en la democracia (Latinobarómetro). En el 2020, solamente 49% de los latinoamericanos apoyaba la democracia, 27% era indiferente y 13% estaba a favor del autoritarismo. Tan solo 10 años antes, el 63% creía en la democracia.

El descrédito en que ha caído la democracia como sistema político se asocia con la suspicacia que nos inspiran los políticos. Existe una crisis mundial del liderazgo político, según la consultora Mitofky. En América Latina, la confianza ciudadana en el gobierno promedió un 22 por ciento en 2019; en Guatemala únicamente el 15 por ciento de los encuestados confía en su gobierno. Los partidos políticos, los congresos, la policía y los gobiernos emergen como las instituciones menos confiables en comparación con las fuerzas armadas y las iglesias.

En suma, pocos anticipan pocos frutos democráticos de lo pactado en la cumbre de Los Ángeles. Aún si los asistentes tuvieran claro qué es la democracia y cómo se sustenta en la libertad individual, las cumbres difícilmente inducen a los gobernantes de los países miembros a mejorar sus prácticas democráticas, más aún cuando ni se comparte una definición clara de qué es democracia.

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