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Dos amores de Bobby: universidad y familia

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Mi padre, Roberto (Bobby) Ríos Sharp, nació a la vida eterna el 13 de septiembre. Rumbo al cementerio, se pasó despidiendo de su segunda casa, la Universidad Francisco Marroquín (UFM), de la pileta de patos y los jardines que admiraba desde su oficina. De las muchas cosas interesantes que emprendió, la universidad y la familia fueron sus dos grandes amores.

' Los amigos son importantes.

Carroll Ríos de Rodríguez

La muerte de Bobby cierra un capítulo en esta casa de estudios, pues fue el último integrante del grupo promotor en dejarnos. Guiados por el visionario Dr. Manuel Ayau, los otros quijotes aventureros fueron Hilary Arathoon, Antonio Aycinena, Luis Beltranena, Antonio Carrera, Ulysses Dent, Rigoberto Juárez-Paz, Félix Montes, Antonio Nájera, Estuardo Samayoa, Leonel Samayoa y Roberto Sánchez.

Estos amigos recaudaron los fondos y completaron los trámites para establecer una nueva universidad privada. Sus conocidos los tildaban de locos, y sus detractores les ponían obstáculos. Pusieron sus vidas en peligro al oponer su propuesta liberal al marxismo-leninismo esgrimido por los grupos guerrilleros. Tanto así, que recordaban agradecidos cuando Manuel Villacorta, de la Universidad de San Carlos, afirmó que, si ellos tenían su universidad “comunista”, Muso y sus amigos deberían poder montar una “capitalista”.

Una vez establecida la UFM en 1971, el comité patrocinador se convirtió en el primer Comité de Fiduciarios, y Bobby se incorporó al primer Consejo Directivo. Vinieron nuevos retos: tanto los ingresos como los profesores conocedores de la filosofía de libertad eran escasos. A fin de mes, los directores completaban la planilla con aportes personales. No obstante, Bobby encontró aquí un sentido de propósito y alegría.

Mi papá era un ávido lector, tenía una memoria prodigiosa, y le apasionaban la historia y la economía. En 1974, se inscribió en el Institute des Hautes Etudes Internationales, en Ginebra, Suiza, un instituto que acogió a notables profesores de la Escuela Austríaca, incluyendo a Ludwig von Mises, Wilhelm Röpke y Friedrich Hayek. Bobby quería doctorarse en economía para apoyar la labor académica de la UFM.

Elaboró una tesis sobre el mercado común centroamericano, la cual planeaba terminar a su retorno a Guatemala en 1976. Lamentablemente, el cargamento con los enseres familiares se perdió. No pudo reconstruir su investigación y ya no completó los últimos pasos para obtener el título formal. Esta decepción no impidió que siguiera vinculado a la UFM como fiduciario, la mayor parte de su vida. Incluso dictó una que otra clase.

Más adelante, fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), y miembro del consejo. Ya enfermo, preguntaba constantemente: “¿Hoy es lunes?”. ¡Le encantaba asistir a la reunión semanal del CEES!

Su principal cosecha en la universidad, el CEES, y, realmente, en todos lados, no fue de índole intelectual: gracias a su caballerosidad y talante cariñoso, hizo amigos de distintas edades, ocupaciones y nacionalidades. Él querría que mantuviéramos vivo ese espíritu de respeto, aprecio mutuo y colegialidad que cultivaron con los demás fundadores.

La familia era su otro gran tesoro. Fue un esposo, padre, abuelo y bisabuelo afectuoso e incondicional. Nos transmitió valores con su ejemplo y disposición a servir. Sin alzar la voz, nos corregía con una mirada defraudada. Buscó sinceramente nuestro bien; mostró interés por nuestros proyectos y amigos. A su muerte, su billetera contenía solo fotos de familia. Si es cierto, como dice San Juan de la Cruz, que “al atardecer de la vida, seremos examinados en el amor”, mi papá seguramente pasó el examen, pues priorizó el amor y su “billetera espiritual” estaba repleta.

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