CATALEJO
Dudosa promesa de los Q3,400 millones
La decisión del Congreso de gastar 3,400 millones de quetzales para la compensación económica de 95 mil veteranos militares debe ser analizada desde la perspectiva de qué puede hacerse con ese dinero. Cantidades de semejante tamaño, a las cuales el actual gobierno desde su principio es tan aficionado, adquieren verdadero sentido al hacer el cálculo de, por ejemplo, cuántas escuelas de 8 aulas de 42 metros cuadrados (7×6 m), a un costo de Q500 cada metro, se pueden construir. Los números demuestran la asombrosa suma de 202,380, equivalentes a 607 por cada uno de los 333 municipios del país. También es un sueldo anual para 6,576 personas de 10 mil quetzales diarios. A una persona con ese sueldo le tomaría 6,576 años devengarlo.
' El tosco populismo presidencial demuestra incapacidad de comprender altas sumas y la creencia de ingenuidad popular.
Mario Antonio Sandoval
En un año de desesperación gubernativa por ganar unas elecciones muy cuestionables, aun antes de realizadas, Giammattei y su gente decidieron ceder a las presiones y amenazas, algunas cumplidas —como sacar machetes para asustar a los policías— de militares veteranos de la guerra interna. Pero esto no es una causa, sino un efecto. En las guerras internas, o civiles, quienes participan en cualquiera de los bandos son perdedores por igual, y en algunos casos, como el de la especialmente sangrienta guerra civil española, finalizada hace 83 años, hubo compensaciones muchos años después de 1939, y por motivos ideológicos. Las dolorosas huellas aún permanecen y en el momento actual han renacido también por motivos iguales desenterrados por la izquierda irreflexiva.
En Guatemala hubo hace años resarcimientos exclusivos para los combatientes, es decir los exguerrilleros, sin tomar en cuenta a los veteranos militares. La guerra terminó con acuerdos de paz, es decir con tregua, con empate. La integración de dichos insurgentes a la política partidista fracasó, lo cual se evidencia con el escaso resultado electoral y esto a la vez es resultado de la incapacidad de buscar unidad para presentar un frente electoral. Guatemala, no se puede olvidar, es el país donde se manifiesta la división a causa de los individualismos torpes. La decisión del gasto de esos 3,400 millones de quetzales es un intento de la derecha de lograr el apoyo en las urnas como efecto de una compra de votos, de un clientelismo también presente en la izquierda.
La razón de los veteranos para presionar como lo hicieron con éxito fue simple: pedir lo otorgado a sus adversarios de la guerra interna. No les interesa, como tampoco les interesó a los excombatientes, si hay unas razones populistas y otras para no dudar de un incumplimiento de lo prometido o del cumplimiento de sembrar árboles a cambio de ese dinero. El gobierno puede justificarlo porque simplemente no hay dinero suficiente, y los beneficiados por motivos de salud, en ambos casos razones atendibles. Y los veteranos harán mal en creer esa promesa porque politiqueros como los guatemaltecos tienen una amnesia total en cuanto a sus promesas una vez obtenido el voto favorable. Los presidentes de las últimos seis períodos lo comprueban al cien por ciento.
La integración de los exguerrilleros a la politiquería de Guatemala fue pronta pero fracasó, dividió y eliminó la posibilidad de su triunfo. Si bien fue sorprendente su resultado en las anteriores elecciones, esa división impedirá el paso a segunda vuelta. Además, la populista compra gubernativa de votos es burda, al presuponer el agradecimiento de los exmilitares por medio del voto favorable, lo cual no necesariamente es así. Quienes insistieron en estas compensaciones iniciales son los responsables indirectos de la decisión, porque no pensaron con lógica sino con activismo trasnochado. La entrega de ese dinero pondrá al país en aprietos y afianza la desconfianza popular. Por eso, y más, no sirven para nada ni la izquierda y la derecha sin límites lógicos, legales y obvios.