CATALEJO
EE. UU.: elecciones en enrarecido ambiente
Las elecciones intermedias de mañana en Estados Unidos demostrarán hasta dónde han cuajado las irreflexivas acciones de los principales políticos, cuya obsesión del poder ha llegado a extremos hasta hace pocos años impensables. No piensan en su país sino en ganar a cualquier costo. Tanto republicanos como demócratas no consideran adversarios o simplemente personas con pensamiento distinto a quienes piensan distinto en política. Queridos amigos residentes o ciudadanos me informaron de un nuevo hecho: el silencio sobre política entre vecinos, colegas y familiares por temor a reacciones violentas y fanáticas.
Puede calificarse entonces de poco importante cualquier resultado. Es casi segura la derrota demócrata por errores directos de Biden, y por otro lado hay certeza en la responsabilidad de Trump para la pérdida de la confianza popular en los resultados electorales. Los analistas hablan de aumento de lealtad a los partidos (más bien fanatismo), y del voto en contra, bautizado como “partidismo negativo”. El Senado y el Congreso se volverán centros de rechazo a cualquier iniciativa del partido con mayoría. A esto se agrega otra peculiaridad: en las elecciones presidenciales eligen los colegios electorales, no los ciudadanos.
Estos comicios marcarán el rumbo de los dos años pendientes para la presidencia de la dupla Biden-Harris. La miopía de congresistas, senadores y de un muy alto porcentaje de votantes, no les permite entender el riesgo para Estados Unidos por la guerra de Ucrania y se pierden en temas cuya relativa importancia —el aborto, por ejemplo— palidece por la necesidad de un país unido ante sus enemigos China Comunista y Rusia. Sin importar el resultado, a fin de salvar al país urgen pactos políticos bipartidistas para abrir la puerta a nuevas figuras e impedir la participación de quienes no han fracasado.
Faberson, primera víctima
Faberson Bonilla, desde su infancia en Lívingston sin duda soñó con competir en juegos deportivos internacionales de patinaje y se esforzó mucho, pensando en lograr alguna medalla. Logró la primera en el campeonato centroamericano de 2015, participó en los Bolivarianos de este año. En el mundial juvenil, celebrado en Argentina, ganó la máxima presea: el oro, al vencer a un italiano y un francés. Pero no ganó Guatemala. El muchacho se volvió la primera víctima de la estulticia insana de cuatro magistrados de una Corte de Constitucionalidad sumisa. Le arrancaron el derecho de subir al podio con patria, himno y bandera.
Visto de otra forma, merece también tener ese premio a título personal y es una muestra de su justificada indignación haber vestido de negro y mostrar así su luto. Merece ser recibido con honores populares y aplausos y no aceptar saludos de ningún tipo de autoridad oficial. Es solo la primera de muchas víctimas inocentes de la crisis deportiva causada por quienes quisieron retar la autoridad del Comité Olímpico Internacional e incluso fueron a tratar de convencerlo. Ese oro es una ironía del destino y los responsables merecen total repudio. Faberson: llévate esa medalla a tu casa, donde merece estar.
Algo parecido ocurrió con Dalia Soberanis, otra patinadora afectada por la suspensión, aunque haya ocupado el cuarto lugar. Todo el equipo se presentó con uniforme oscuro, en solidaridad con todos los atletas guatemaltecos afectados por la ya mencionada suspensión, derivada de gente ignorante de las normas deportivas olímpicas internacionales.