META HUMANOS

El anhelo de vivir en libertad

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El 15 de septiembre los guatemaltecos celebramos 202 años de independencia y poco más de dos siglos de intentar “vivir en libertad”, lo cual es un anhelo profundo e imprescindible para que, como hijos e hijas de la misma tierra, podamos convivir en paz y trascender en bienestar.

La palabra libertad se deriva del latín llibertātis, que significa “el que jurídica y políticamente es libre”. Sin embargo, vivir en libertad no se limita a estar libre de opresión o a no estar encarcelado. Tampoco se circunscribe únicamente a lo que dice el diccionario, que define el término como: “La facultad para elegir de manera libre y responsable nuestra forma de actuar en una sociedad”.

Vivir en libertad es una práctica compleja y con muchas aristas. Inicia por reconocer la dignidad inherente de todo ser humano. Está asociada a la justicia, la igualdad, el respeto y la fraternidad, y supone también autoconocimiento profundo, compromiso y responsabilidad, tanto a nivel personal como colectivo.

Atreverse a ser libre es un acto de valentía que nos cuestiona y nos reta a vivir desde un estado de plena conciencia. Es una invitación para reconocer en el día a día, esos desafíos grandes y pequeños, que nos ponen de frente ante todo aquello que, disfrazado de prejuicio, miedo, o creencia limitante, nos ata y nos aprisiona.

Intentar vivir desde la libertad implica un discernimiento profundo para hacer consciente lo inconsciente y visible lo invisible, a fin de alinear lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago, con mis creencias, principios y valores más profundos.

' La libertad está garantizada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Claudia Hernández

Desde esta visión holística, vivir desde la libertad está íntimamente ligado al ejercicio de la ética y al apego a la ley, pues, orientados desde la conciencia individual, no se trata solamente de hacer cumplir los intereses propios, sino de tomar también conciencia de lo colectivo y procurar la búsqueda del bien común.

Como seres sociales que somos, nuestra libertad no se vive en el vacío y termina en donde empieza la libertad del otro, de los grupos, las comunidades y el país al que pertenecemos. De allí que la libertad sea garantizada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para que la humanidad alcance un estado de justicia y paz. Muchos países, a partir de este marco orientador, han establecido la legislación que permita promover, defender y hacer valer la libertad de sus ciudadanos en igualdad de condiciones.

Si bien, es común que los guatemaltecos expresemos nuestro anhelo de libertad, por absurdo que parezca y con más frecuencia de lo que pensamos, la cedemos y no la valoramos, cuando preferimos callar, o ver hacia otro lado, por temor. Cuando dejamos que otro decida por nosotros, para evitar asumir responsabilidades y, por ende, consecuencias de un acto genuino de libertad. Cuando nos vendemos y empeñamos nuestra capacidad de elegir. Cuando, movidos por intereses particulares, dejamos de buscar el bien mayor.

La coyuntura del país, nos llama hoy más que nunca a defender nuestra libertad. A tener a mano toda la información necesaria para tomar decisiones informadas. A hacer valer nuestro derecho a la libertad de consciencia, de pensamiento, de credo, de asociación, de participación económica y de participación ciudadana. A que se respete nuestra libertad soberana -ya expresada en las urnas-, para elegir a nuestros gobernantes, y a hacer valer la autonomía del Tribunal Supremo Electoral, como garante de un proceso electoral libre y transparente.  Porque honrar a la patria este 15 de septiembre solo será posible, desde el ejercicio responsable de nuestra libertad.

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