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El canto de las sirenas y el voto nulo

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A escasas dos semanas de celebrarse las elecciones generales del 2023, la ciudadanía parece poco entusiasmada con los miles de candidatos que buscan un cargo público. Con este descontento hacia la oferta política surgen cantos de sirena a favor del voto nulo como método para demostrar la indignación ciudadana. Sin embargo, hay que recordar que los cantos de sirena hechizan a quien los escucha y, por lo tanto, son engaños fatales.

Desde las reformas electorales del 2016, el voto nulo ha cobrado relevancia, pues tiene la capacidad de repetir una elección solamente si llega a ser más de la mitad (50% + 1) de los votos válidamente emitidos (los cuales son la suma de los votos válidos, votos en blanco y votos nulo) en la primera vuelta. Quienes abogan por el voto nulo dan el argumento que, si llegase a ganar, las elecciones deben repetirse (ya sean municipales, distritales, para presidente y vicepresidente o Parlacén). ¿Con nuevos candidatos? La Ley Electoral y de Partidos Políticos no obliga a que los partidos políticos postulen a candidatos distintos o nuevos para la repetición de la elección, cualquiera que fuera. Así, el voto nulo tiene poco peso y consecuencias poco probables para modificar la oferta electoral.

Además de las implicaciones del improbable triunfo del voto nulo, pues en elecciones recientes no ha llegado ni al 5%, es importante esclarecer las consecuencias de promover entre la ciudadanía votar de tal manera. Definitivamente, alentar a los guatemaltecos a que voten nulo es alentarlos a perder su capacidad de elegir a sus representantes y desgasta aún más un proceso electoral que ha tenido sus desafíos particulares.

' Es imperante que los guatemaltecos salgan a votar y las elecciones transcurran con normalidad.

Christa Walters

Por un lado, el supuesto voto de protesta no se contabiliza para adjudicar cargos a los candidatos, pues el ciudadano no escoge ninguna opción en la papeleta. Como consecuencia, quien vota de esta manera está cediendo su derecho de elegir a sus representantes. Así, permite que otros que sí votaron por algún candidato tengan el poder de decidir quién será electo. Por otro lado, la legitimidad del proceso electoral ha sido cuestionada y con mucha razón por el aumento en la judicialización de candidaturas y algunas decisiones del propio Tribunal Supremo Electoral. No obstante, nadie que sea fiel creyente del modelo de democracia liberal y con límites republicanos, quisiera ver que el sistema electoral fracase o se desmorone frente a nuestros ojos. El canto del voto nulo agrega, poco a poco, desesperanza y frustración para que finalmente el grito de fraude sea la estaca que mate a este proceso sin siquiera haber celebrado las elecciones. En ese sentido, es imperante que los guatemaltecos salgan a votar y las elecciones transcurran con normalidad, pero en caso se susciten problemas, siempre los hay, estos se hagan públicos y se dimensione su gravedad para evitar caer en cantos tendenciosos que deslegitiman el trabajo de miles de ciudadanos que cuidan nuestros votos.

Ir a votar, no ir a votar, dejar en blanco la papeleta o votar nulo es una decisión individual. Sin embargo, Guatemala requiere de ciudadanos comprometidos con proteger las bases democráticas que tenemos, aún así sean frágiles. Elegir a nuestros representantes es una de ellas, así como lo es garantizar que los procesos se completen y se desarrollen dentro del marco normativo ya delimitado. No hay que dar por sentado el modelo democrático y republicano que todavía existe en cierto grado en Guatemala, pues podríamos estar igual o peor que algunos de los países de la región donde las elecciones ya ni siquiera se dan con regularidad. Debemos ser cautelosos de los cantos de sirena sobre el voto nulo y reforzar entre amigos, familiares y conocidos la necesidad de ir a votar conscientemente, pues es un deber y derecho ciudadano que no debemos desperdiciar.

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