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El efecto covid en las relaciones de pareja

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A estas alturas de la pandemia, muchas parejas ya han pedido el divorcio, otras se han separado y algunas dicen estar viviendo un verdadero infierno en su casa. Las estadísticas son alarmantes. Hasta el mes de junio se habían reportado 2,511 denuncias de violencia contra la mujer y 2,092 de violencia intrafamiliar. Y es que el hecho de permanecer en contacto cercano las 24 horas del día con otra persona, en el mismo espacio y en medio de relaciones tóxicas, ha terminado por hacer estallar lo que ya de por sí era una bomba de tiempo. La coexistencia constante, sin ningún respiro, puede poner en crisis a las parejas.

' La convivencia forzada puede fortalecer la relación de la pareja, o, por el contrario, revelar las vulnerabilidades.

Brenda Sanchinelli

También están quienes estaban distanciados porque alguno tenía un affair fuera del matrimonio, pero por las circunstancias han logrado hallar en este espacio la manera de revalorar su relación matrimonial, recordar el amor que los unió un día y han decidido reconstruir ese vínculo familiar. La otra cara de la moneda, parejas que se llevaban bien antes de la pandemia y están disfrutando ahora más que nunca este tiempo para estar juntas.

Según el pensamiento clínico de Philippe Caille, una pareja funciona cuando 1 + 1 = 3. Esta extraña expresión matemática expresa que una relación funciona cuando la unión de dos personas permite que ambos mantengan campos de individualidad, y al mismo tiempo permite construir juntos un ámbito más grande que la zona de la pareja.

La pandemia y la consiguiente situación de encierro nos obligó a cambiar de manera drástica y repentina los pensamientos, las emociones, la vida relacional en el entorno sentimental, social y laboral. En esta situación, los vínculos interpersonales también pueden haber cambiado. Pero el impacto que se ha tenido en las relaciones depende mucho de los miedos y recursos personales.

Estamos viviendo días que seguramente recordaremos por mucho tiempo, por el silencio que nos rodea y por la imposibilidad de poder disfrutar de las relaciones amistosas y cariñosas que nos caracterizan a los humanos. El encierro forzado nos obligó a todos a realizar una tarea de introspección sobre nuestra propia vida y nuestras relaciones personales, que además fueron afectadas por las dificultades económicas y los espacios reducidos dentro la vivienda que no permiten tener un respiro individual. La monotonía de la vida le ha pesado mucho a algunos y han experimentado la sensación de tener menos temas de conversación, a pesar de la cercanía y contacto. Por lo mismo, pueden surgir más confrontaciones y discusiones o, por el contrario, percibir un mayor apego y afecto. Además, es normal que en este momento nos hayamos enfocado más en nuestra dinámica de relación de pareja, para bien o para mal.

En los últimos meses tal vez nos hemos conocido mejor a nosotros mismos que en toda nuestra vida. Por ejemplo, es posible que nos hayamos encontrado más o menos fuertes de lo que pensábamos, o quizás nos dimos cuenta de que vivimos en una completa soledad estando acompañados. De haber sobreestimado o subestimado algunas relaciones, etc. Todos hemos tenido que cambiar algunos hábitos y pensamientos profundamente arraigados, incluso hemos tenido que desarrollar rápidamente nuevas habilidades para adaptarnos a la situación social cambiante.

En última instancia, la convivencia forzada lo único que ha hecho es revelar más pronto las vulnerabilidades y la fragilidad de las relaciones de la pareja, provocando más pronto los desenlaces que se veían venir. O, por el contrario, revelar una relación sólida, a prueba de todo. Cada uno conoce su situación peculiar y tiene derecho a reencauzar su vida como mejor le parezca, pero sin violencia, con respeto y consideración.

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