LIBERAL SIN NEO

El liderazgo es misterioso

Cuando ganó la presidencia en las elecciones generales de 2015, a Jimmy Morales se le conocía como comediante y actor; junto con su hermano Sammy, mantuvo el programa Moralejas al aire por más de 15 años. Jimmy, licenciado en Administración de Empresas, fue candidato a alcalde de Mixco en 2011 por el partido ADN y quedó en tercer lugar. Con el impulso de ser ampliamente conocido por el electorado, un candidato diferente, aire fresco frente a sus dos principales opositores, y un ambiente político particular tras la caída de Otto Pérez y Roxana Baldetti, ganó la presidencia en 2015 con el partido FCN. Jimmy Morales no será recordado por una visión de la dirección en la que quería llevar al país, ideología definida o políticas públicas audaces y sanas; destacará en la historia por haber sacado del país a la Cicig y poner fin al reinado de Iván Velásquez.

' Guatemala quiere algo más que solo un cambio de jefes y que el sistema siga intacto.

Fritz Thomas

Previo a ganar las elecciones presidenciales de Ucrania en 2019, a Volodímir Zelenski se le conocía como actor y comediante. Zelenski se graduó de abogado y su lengua materna es la rusa. Alcanzó el apogeo de su carrera de comediante como estrella de la serie televisada Sirviente del pueblo, lanzada en 2015; su personaje era el de un maestro de Historia que gana la presidencia luego de que se viraliza un video en el que despotrica contra la corrupción en Ucrania. Fundó un partido con el nombre de su programa de televisión, se posicionó como un candidato antisistema y anticorrupción que mejoraría la relación con Rusia; ganó en segunda vuelta con 73% del voto. Tras convertir la ficción en realidad en 2019, pronto se hizo evidente que Zelenski carecía de equipo y programas de gobierno y su popularidad decayó marcadamente, a 20% de aprobación. Poco después de la invasión rusa, en febrero 2022, el gobierno de EE. UU. ofreció evacuar a Zelenski de Ucrania y ponerlo a salvo, a lo que respondió con la célebre frase: “No necesito jalón, necesito munición”.

Un comediante, político inexperto, resultó ser el hombre del momento; un líder serio con la capacidad de unir a su país en un solo propósito, resistir la invasión.

La lección no es que ser comediante es trampolín para llegar a la presidencia, sino que el liderazgo es misterioso y ocasionalmente propicio para circunstancias particulares.

Guatemala está en la etapa en la que candidatos se inscriben en el Tribunal Supremo Electoral para participar en las elecciones generales de 2023. La población anhela cambio y teme más de lo mismo o algo peor; los principales problemas del país no son novedosos, se vienen arrastrando y acumulando. Un nuevo ciclo electoral es una oportunidad y la gran interrogante es sobre la posibilidad de que surjan liderazgos con programas realistas, sanos y políticamente factibles. Creo que Guatemala quiere algo más que solo un cambio de jefes y que el sistema siga intacto.

El pronóstico optimista se complica porque, independientemente de quién gane la presidencia, se vislumbra un congreso fragmentado, sin mayorías ideológicamente compatibles o comprometidas con objetivos comunes. Hay formidables focos de poder, resistentes al cambio, con mucho que perder y difíciles de alinear en un propósito. El ejercicio político exitoso requiere de diálogo, negociación y el logro de consensos. Este proceso es fructífero cuando hay objetivos comunes y las diferencias surgen con respecto a los medios para alcanzarlos. La política falla cuando la negociación entre las diferentes fuerzas y actores se reduce a la mera transacción de intereses. El tiempo es propicio para que los políticos demuestren que es posible.

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