IMAGEN ES PERCEPCIÓN
Eres lo que comes
En 1804, el filósofo alemán Ludwig Feuerbach acuñó la sabía frase: “Eres lo que comes”. Su teoría sobre los alimentos tiene una gran importancia ética y política, porque argumenta que la comida se convierte en sangre, la sangre en corazón y cerebro; en materia de pensamientos y emociones. La comida humana es la base de la cultura y el sentimiento. Así que, en conclusión, si quisiéramos mejorar a la gente, deberíamos empezar por proveerle de una mejor nutrición. Hoy se celebra el Día Mundial de la Alimentación, lo cual pone sobre la mesa un tema muy áspero, sobre todo para Guatemala, el país con mayor desnutrición crónica en América Latina y el sexto del mundo con los peores índices de mala nutrición infantil. Según los últimos datos de la FAO, casi la mitad de la niñez guatemalteca (46,5%) está desnutrida, y entre los niños indígenas de las zonas rurales el problema es mucho más grave y afecta al 61%.
' No hay que confundir los términos comer con nutrirse.
Brenda Sanchinelli
La desnutrición crónica es el resultado de una escasez prolongada en el tiempo de los nutrientes básicos —especialmente en los primeros mil días de vida—, que resulta en un daño irreversible al desarrollo físico e intelectual del ser humano. Clínicamente, la desnutrición se refiere a una ingesta inadecuada de proteínas, calorías y vitaminas.
No hay que confundir los términos comer con nutrirse, porque, aunque nuestros niños comen, su dieta está basada mayormente en tortillas de maíz y frijoles, alimentos que no les aportan todos los nutrientes necesarios para un crecimiento fuerte y sano. Su estatura y peso lo reflejan a simple vista. Si se personaliza a nuestro entorno el concepto “eres lo que comes”, entonces, ¿cómo podríamos definir “lo que son nuestros niños”? Los hombres de maíz es solo una frase que se quedó atorada entre la mitología del Popol Vuh y una realidad de pobreza y desnutrición que no permite el desarrollo integral de los niños indígenas.
La calidad de alimentos que ingiere el ser humano debería nutrir todas las células del cuerpo, desde los huesos y músculos hasta incrementar la inteligencia. Acabar con la desnutrición crónica debería ser una política de Estado, porque es uno de los principales obstáculos para el desarrollo del país. Hasta hoy no existe un plan de acción integral para combatir ese mal sistémico. Tampoco un programa educativo para informar a las comunidades de la importancia de una buena alimentación para su desarrollo físico y cognitivo.
La otra cara de la moneda es quienes tienen suficientes recursos para comprar todo tipo de alimentos y optan por no comer correctamente, causando consecuencias dramáticas en su salud, ya que esos malos hábitos alimentarios, combinados con un estilo de vida sedentario, han causado un aumento vertiginoso en las tasas de obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer. Es urgente promover un estilo de vida más saludable, una alimentación suficiente, variada y balanceada, que refleje más información y conocimientos de los contenidos alimenticios que se están ingiriendo. Por ejemplo, es necesario que las etiquetas de los productos que ofrece el mercado indiquen los valores nutricionales y el origen de estos, para que los consumidores se informen exactamente de qué es lo que están comiendo.
Una dieta basada en productos de temporada, saludables, como verduras y frutas ricas en fibra, en lugar de productos procesados y enlatados, así como comida chatarra. Nuestro país debe salir de los vergonzosos índices de desnutrición donde nos ubicamos. Todavía estamos a tiempo para cambiar de dirección, entendiendo que, si no modificamos el destino de estos niños, Guatemala nunca podrá salir del subdesarrollo.