Registro akásico

Espera no esperanza

Uno de los influenciadores de la Lista Engel es condenado a 11 años de prisión.

El allanamiento de la casa encontró 13 lingotes de oro en una caja fuerte disimulada en la pared del dormitorio. También había medio millón de dólares en bolsillos de trajes e incluso zapatos. El juez Sidney Stein consideró al exsenador demócrata Bob Menéndez, 71 años, culpable de aceptar sobornos para torcer la actuación del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Su esposa Nadine, egipcia, lo representaba en diversos países del Medio Oriente, especialmente Qatar y Egipto. Fue condenado a 11 años, el pasado 29 de enero. Había sido acusado, pero sin condena por otras acciones ilegales al paso de los años, para cubrir quiebras bancarias, proteger lavado de dinero de magnates sudamericanos y conseguir favores consulares.

Reconocer a vivales y oportunistas evita envenenar la discusión sobre la institucionalidad del país.

Para confundir sobre sus acciones, Menéndez alababa en público al israelí partido Likud, que significa consolidación. Obtuvo un disfraz para presentarse como campeón contra la corrupción en asociación con el pasado senador Eliot Engel, quien proclamó la denuncia pública para abordar las causas fundamentales de la migración. Desde el 22 de diciembre del 2020, se enlistan a políticos de los países del llamado triángulo norte centroamericano, como una muralla imaginaria para detener viajeros. Después de operar varios años, nunca se ha descrito una red de complicidades donde se permite el viaje hacia EUA, al margen de requisitos migratorios, mediante un pago.

La lista se ha convertido en un intercambio de favores con el telón de fondo del tráfico de drogas, con recompensas donde no se ha alcanzado satisfacción para todos; pues los cambios de policía, ejército, aduanas y migración desestabilizan continuamente el reparto, con el ingreso de nuevos actores.

Para reprender y alejar a periodistas y comentaristas molestos, se recurre a la calumnia, la cancelación y hasta el ostracismo a los familiares de generadores de opinión contrarios a la tolerancia de la delincuencia internacional. Opera una lista negra instalada en diferentes ámbitos tanto laborales, culturales y hasta religiosos. Pero lo importante es faccionar la Lista Engel, para crear temor entre funcionarios, se les señala sin pruebas, se alcanza desde la primera magistratura en Honduras o burócratas de segunda fila en Guatemala y El Salvador. Para generarla, se opera con habladurías y chismes, de políticos con influencia como el convicto Menéndez.

El Estado profundo es una red de complicidades, acuerdos, favores, secretos compartidos, pero sobre todo de continuidad en empleos públicos con poco poder, sin alcanzar las posiciones de primera línea, pero se mantienen como segundones, asesores, especialistas, empleados con experiencia y memoria de los asuntos públicos. El número de tales técnicos en el Estado moderno los convierte en la base para una continuidad en la política pública. Muchas veces sabotean las decisiones de los responsables de primera línea. A veces, les salpica la corrupción, un mercedes como en el caso de Menéndez, gozar de vacaciones con atención de calidad en lagos, montañas, costas o en una embarcación privada de lujo.

No obstante, casi siempre son serviles, menosprecian a los ciudadanos de otros países. Las nuevas autoridades de primera línea de la administración Trump seguramente, después de disciplinarlos, sabrán utilizarlos como buenos esbirros. Se generarán diferentes escenarios. Lo seguro será observar a los cambios de administración en EUA con su decisiva influencia en el país, similares al umbral descrito por Dante Alighieri en el infierno, donde en un letrero se podía leer: Abandonen toda esperanza, quienes aquí entráis.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.