FLORESCENCIA

Esperanza

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Cuando volteo a mi pasado, miro mi presente y visualizo el futuro, veo claramente que la vida es un círculo que dibujamos a lo largo de los años. A veces sin saber muy bien, pero siempre con ese deseo de avanzar, de servir, de vivir con pasión, de luchar y de ser mejores. Al aplicar el conocimiento que hemos heredado de la cosmovisión maya sabemos que el tiempo no es lineal, sino circular, por lo que cada fin de ciclo representa una oportunidad, pues es el comienzo de uno nuevo ciclo, un nuevo año que trae consigo nuevas esperanzas.

' ¿Qué realidad te gustaría cambiar en el nuevo año?

Marcos Andrés Antil

El carácter cíclico del tiempo representa la esperanza infinita de cambiar nuestro entorno. Por esto, como ciudadanos, ahora que se termina 2019, podemos ver el 2020 como una nueva oportunidad para avanzar en la construcción de un mejor país.

Cuando del país se trata, las barreras persisten y el balance de nuestra situación no es alentador. Guatemala enfrenta grandes desafíos, que de cada paso que damos hacia el progreso retrocedemos dos. Aun así, no debemos darnos por vencidos porque es una deuda que tenemos con nosotros mismos, con nuestras hijas y nuestros hijos. Siempre he creído que los desafíos más grandes se revelan en sí, y nos dan la oportunidad de unir nuestras fuerzas contra esos puntos que no funcionaron para nuevamente buscar el progreso que anhelamos.

Mientras estemos vivos, para nosotros no todo está perdido. Sin duda, hay mucho trabajo aún por hacer para avanzar hacia un país libre de pobreza, de inequidades, injusticias y estancamiento económico. Por eso debemos estar alertas, no cegarnos y estar siempre en constante movimiento. Debemos comenzar este nuevo ciclo con una motivación inquebrantable e ir con fuerzas tras la esperanza de un cambio.

Es importante recordar que el sueño, la esperanza de un mejor país, se construye sobre la mentalidad crítica, la solidaridad, las acciones, la visión a corto-mediano-largo plazo, la empatía y la cultura propositiva. De todos depende lograr los cambios que queremos en nuestro entorno, aunque a veces no dimensionemos el aporte individual para construir un mejor futuro.

Las personas y las sociedades estamos hechas de sufrimientos y dolor, pero también de sueños posibles. Dios nos dio la capacidad de descubrir oportunidades en medio de la adversidad y, por ende, juntos podemos construir un mejor porvenir.

El tiempo es la semilla de los que sueñan, y la ética, la excelencia y el buen hacer en comunidad son su abono. Por eso, los que trabajamos con ética, servicio y visión estamos convencidos de que otra forma de vida, otra forma de hacer negocios, otra forma de convivir es posible. Sí hay esperanza de que todas y todos florezcamos.

Hay pesadillas en el camino al progreso. El triunfo es difícil. La realidad hoy nos golpea. Hay sacrificios. Pero de estas caídas, estos golpes, esta realidad injusta, debemos aprender para nunca repetirlas y utilizarlas como la base de una ciudadanía que persiste hasta alcanzar nuestras metas. Es por eso que, con certeza, les digo que en esta vida todo —absolutamente todo— es posible.

Guatemala es un país sufrido, pero somos más los ciudadanos buenos. Por eso estoy convencido de que podemos ser protagonistas y no actores secundarios del cambio tecnológico, social y medioambiental que está viviendo el mundo.

Veamos en cada amanecer, en cada comienzo de un nuevo año una oportunidad de esforzarnos para encontrar la oportunidad que hay detrás de cada adversidad, solo así podremos hallar esa puerta que nos llevará a un nuevo ciclo, donde todos florecemos.

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