CATALEJO
Fanatismo republicano derrotó a McCarthy
El senador Kevin McCarthy logró, luego de largos seis días de constantes concesiones al ala ultraconservadora republicana, cumplir su sueño de ser el vocero de la mayoría del Congreso. Victoria pírrica. No fue un ejercicio de democracia interna, porque constituyó un bochorno para los estadounidenses serenos y para la imagen internacional del partido. Tampoco fue una negociación normal previa a iniciar su mando en la Cámara de Representantes, sino se volvió una caprichosa e inmadura batalla campal interna iniciada por veinte seguidores de Trump, a quien no obedecieron cuando fue evidente el daño para él. Ahora se encuentra tambaleante gracias a los bisoños senadores recién llegados. Los incapaces congresistas desprestigiaron al Congreso y dejaron a Trump tambaleante.
' Los republicanos tenían facciones. Ahora los díscolos quieren volverlos a todos ultraconservadores fanáticos.
Mario Antonio Sandoval
Los ultrafanáticos comenzaron a reducir su número, sin un cambio en las increíbles 15 elecciones necesarias. McCarthy y el Congreso quedaron en sus manos, cuya posición fue de bloqueo sistemático, ciego, demostrado con la dificultad de cumplir la mínima condición de nombrar al vocero. Increíble. Las reacciones por redes sociales han sido mayormente de rechazo a esa estrategia, en realidad un chantaje cuyo efecto —creen— puede ser paralizar al país cuando a ellos se les ocurra. Tal actitud beneficia a los demócratas, por carambola, quienes pueden intercambiar apoyos para decisiones cruciales y también pedirlo para asuntos de interés para ellos. No quiero ni pensar cómo reaccionaría Nixon por la inmadurez política de los nuevos republicanos de hoy.
Trump encabeza a los afectados, pues los rebeldes son, en su mayoría, producto suyo. Esta rebelión le cae en el peor momento, pues a dos años de distancia del intento de golpe de estado, comienzan a rodearlo los lazos de la justicia, lenta pero imparable, y se incluyen las investigaciones de sus tortuosas relaciones con el pago de impuestos. La única forma de enderezar su anunciado intento de competir de nuevo por la presidencia se lo daría Biden, si decide presentarse. El sistema estadounidense necesita personas con alguna experiencia, sobre todo por la grave situación derivada de la invasión de Rusia a Ucrania, y del fin de ese conflicto en los dos últimos años del gobierno demócrata actual. En ambos partidos hay personajes con experiencia política interna e internacional, con posibilidad de éxito.
Una de las principales características de los políticos exitosos por tener habilidades naturales, es la capacidad de negociación. Esto se puede realizar tanto en el interior de grupos similares, pero con algunas tendencias distintas, tarea en apariencia fácil. Generalmente se realiza entre grupos distintos, y a ello se le llama coaliciones parciales. Pero la incapacidad de llegar a acuerdos internos del mismo grupo o partido, previo a ejercer un puesto de tal importancia, es motivo de desagradable sorpresa, y por tratarse de Estados Unidos, el bochorno es mundial, aunque no puedan verlo esos congresistas republicanos bisoños y con modestas capacidades para ver a su país como una potencia mundial, sino reducido a la ciudad o poblado donde sacan los votos.
A Biden podría facilitarle la victoria electoral una derrota de Rusia en Ucrania, o un armisticio. Acaba de tener un posible beneficio, relacionado con la amarga realidad militar rusa: Putin está débil a causa de haber declarado un cese parcial de fuego pero algunas unidades no obedecieron, como prueba de moral baja ante las falsedades de los mensajes oficiales. Otra complicación: el mundo musulmán no entiende estas realidades occidentales. Esa realidad es imposible de entender para los republicanos díscolos, no así a los experimentados. Hasta hace pocos años, los republicanos encabezaban la visión internacional. Ya no. Ahora, McCarthy deberá rogarle a Dios defenderlo de los republicanos, sus amigos, porque de los demócratas, sus enemigos, se puede defender él.