CATALEJO
Feminismo abandona a las mujeres iraníes
La joven iraní Mahsa Amini, atacada hace algunos días por la “policía de la fe” del gobierno del dictador y jefe religioso musulmán Ali Jamenei, murió por “fallas orgánicas múltiples”. Falso. Fue ferozmente agredida porque según los esbirros no llevaba bien puesto el hiyab, esa gorra o bufanda negra de uso obligatorio en Irán por el fanático fundamentalista, quien acusa de conspiración a la CIA, a Arabia Saudita, Inglaterra e Israel. Ha habido numerosas y valientes manifestaciones de protesta en Beirut, Líbano, Estambul, Turquía, donde hombres y mujeres jóvenes se han lanzado a las calles gritando “muerte al dictador”. Todo pinta mal para quienes dominan despiadadamente a un país aliado de Rusia con tropas en Crimea en la guerra contra Ucrania.
' El feminismo bien entendido implica protestar por crímenes contra mujeres cometidos en nombre de la religión musulmana.
Mario Antonio Sandoval
Hace pocos días circuló el video de varios kilómetros con miles de ciudadanos en peregrinación a la tumba de Mahsa, pero desde septiembre y por otras causas hay demostraciones de repudio, visto en el mundo gracias a los teléfonos celulares convertidos en cámaras, a manos de mucha gente. Los esbirros policiales penetran a las escuelas y arrebatan a las niñas sus celulares, para impedir el conocimiento mundial de estas atrocidades, con lo cual comprueban lo expresado por otros grupos musulmanes cuyas interpretaciones del Corán son distintas. Sin embargo este libro sagrado para el mundo musulmán, aunque indica la igualdad entre hombres y mujeres, también le da al hombre un papel de protector, y le da a la mujer el papel de ama de casa.
Comenzó y se ha afianzado como un movimiento feminista auténtico, cuya meta es recuperar una libertad lograda hace años perdida, en general, muy conscientes del riesgo de sufrir la misma suerte de la infortunada joven. El estruendoso silencio de las feministas del mundo occidental no se entiende y causa sorpresa negra porque demuestra no querer ver alrededor, sino solo hacia el frente, a poca distancia, y de hecho, aunque no sea esa la meta, las convierte en virtuales cómplices de los ayatolas al abandonar a mujeres luchadoras por un cambio social indispensable, luego de cuatro décadas de sufrimiento, crímenes, vejámenes, en ocasiones similares a lo ocurrido en otros países musulmanes, hace siglos fuente de cultura y de avance, y ahora de todo lo contrario.
Cuando esta lucha feminista musulmana, mortalmente amenazada la vida y por la libertad, se compara con demasiadas posiciones feministas de prácticamente todos los países no musulmanes o cristianos, el estruendoso silencio de esos grupos demuestra descuido, aunque no mala fe. En Guatemala, por ejemplo, no he tenido oportunidad de ver ninguna protesta o rechazo, escrito u oral, y en España la preocupación principal, sobre todo de jovencitas aún no totalmente maduras, es luchar por el “lenguaje inclusivo”, por el ingreso del “artículo gramatical les” y eliminar los o las, propias de nuestro idioma. En muchos países luchan por el “derecho al aborto”, criterio muy débil si se le enfrenta con realidades ajenas a cualquier consideración política.
Las iraníes simplemente piden la divulgación de los videos mientras se enfrentan al fanatismo religioso para permitirle al mundo conocerlo. No se debe guardar silencio porque sean musulmanas o porque Irán esté tan lejos, pues resulta ser una actitud tácitamente cómplice. Son mujeres valientes luchando en contra de la más terrible adversidad, basada en interpretaciones religiosas cuya única lección es comprobar la tragedia para una sociedad al ser gobernada por teocracias o por gente populista cuya base de engaño es la supuesta participación de Dios. No olvido el video de un policía de Afganistán a quien se le ocurrió asesinar por la espalda a una mujer porque llevaba un pañuelo rojo. Eso debe terminar.