CATALEJO

FIFA obligada a hacer cambios fundamentales

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La FIFA supera a la ONU en países miembros. Controla de manera despótica al espectáculo de masas más importantes del planeta, al practicarse en todos los países. Su popularidad se basa en la facilidad de practicarlo, y su simplicidad: consiste en meter el gol en la portería contraria. Se puede jugar con zapatos o descalzo, en patios, calles, canchas con marcadores hechos de palos. El mundo, pues, juega “chamuscas” y de allí han salido muchísimas estrellas. El Mundial, iniciado ayer, es visto gracias a la televisión satelital por cientos de millones de aficionados. Muchas veces se ha criticado a la más grande organización no gubernamental del mundo, a la vez una organización con transacciones varias veces milmillonarias. Pero esta vez se critica lo inexcusable.

Doce años después de haber tomado la absurda e inexplicable decisión de realizar en Catar (con C, no Q) ya son claros y se habla abiertamente de asuntos como la construcción de ocho estadios de costo multimillonario, pero posible de afrontar por la familia real, cuya fortuna ronda 350 mil millones de dólares. En esos 144 meses ha habido cambios muy importantes en la percepción mundial, pero sobre todo occidental, de temas como los derechos humanos, especialmente los de la mujer, persona de segunda en el mundo islámico. La construcción de los estadios se logró debido al sistema de esclavitud “kafala”, por el cual los trabajadores están a la merced del patrono, quien paga cuando quiere cuanto desee y decomisa los pasaportes para impedir la huida. Se calculan 13,500 muertos de los laborantes extranjeros, documentados o no.

' El futbol tendrá partidos de primera, pero la FIFA ya no podrá actuar como un monarca absoluto. Deberá cambiar en mucho.

Mario Antonio Sandoval

En Catar no se permite beber licor, manifestaciones de afecto en la vía pública, ropa femenina y masculina no “modesta”, un abrazo o beso entre parejas no casadas, todo lo cual puede llevar a condenas de cárcel, veto a homosexuales y prohibición de tomar cerveza, anunciada el viernes pese a haberse informado de lo contrario. A las sospechas del motivo de la escogencia de la FIFA se une haber cambiado la fecha del Mundial a noviembre, porque en junio la temperatura puede llegar a 50 grados. La culpa no es del país, sino de la FIFA, obligada a conocer todos esos factores y responsable indirecta de cualquier problema, incluyendo alguna acción terrorista con el fin de arruinar el show de la familia real a causa de su posición pro occidental. Esto es lo más terrible.

Catar tiene 11.571 km2 (la mitad de El Salvador) y la tercera parte de Petén, (35,854 km2). Su población es de 2.9 millones, el 70% musulmán, pero si se excluyen las inmigraciones, es 98%. El Estado, léase la familia real, malgastó en el Mundial 220 mil millones de dólares, 19 veces más de lo gastado por Rusia hace cuatro años. La FIFA no tiene alternativa a actuar con mínima responsabilidad en pro de los espectadores y jugadores al cambiar las formas de sus arbitrarias decisiones, en la práctica al estilo de una monarquía absoluta. Pocos recuerdan el Fifagate, investigación lograda por Estados Unidos cuando escogió a Catar una FIFA dirigida por el suizo Joseph Blatter, castigado por el comité de ética, quien ahora increíblemente lo califica de error y pide la expulsión de Irán.

Hay otro punto de vista: aficionados y jugadores no tienen culpa. Con un mundo al borde del holocausto nuclear, el Mundial lleva esperanza y la atención por un mes a los resultados, lo cual alivia tensiones actuales. Gracias al VAR habrá pocas sorpresas. No lo fue la victoria de 2-0 de Ecuador contra Catar. El espectáculo futbolístico en ocasiones será de primera y desatará emociones, como atestiguar la despedida de los enormes Messi, Cristiano, Luis Suárez, Lewandowski y Modric. Otros surgirán y por esas dos posibilidades vale la pena ver los juegos donde actúen. Mis deseos: ojalá la actual vieja FIFA tenga un sepelio, y Messi levante la copa. Lo merece: junto al portugués son jugadores y seres humanos inigualables y ejemplo para las nuevas estrellas.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.