La hermenéutica es la disciplina de la interpretación de textos, incluida la comunicación verbal, para descubrir y descifrar su significado. Es un examen exhaustivo de la narrativa, del mensajero y su tiempo, el mundo que habita, ideas y creencias que despliega, una exploración holística para develar lo que transmite con intención o sin ella.

La visión noble del votante es que realiza un ejercicio de este tipo para examinar las opciones y arribar a una decisión sobre su voto. La realidad es otra; informarse es costoso en términos de tiempo, atención y recursos. Las personas se ven afectadas por sus prejuicios, intereses, creencias y emociones; sus actitudes formadas por información parcializada y la opinión compartida por los grupos con los que se relaciona.

Explorar los programas de ambos partidos y escuchar lo que dicen es un ejercicio informativo. En el sentido hermenéutico, dice bastante sobre ellos y su candidato, tanto por lo que expresan de manera directa como lo que se interpreta entre líneas. Con sano escepticismo y sin olvidar que el plan de gobierno de una campaña electoral es propaganda diseñada para persuadir y seducir con ofertas llamativas.

Las ofertas electorales resaltan los beneficios de determinadas acciones, quizás contabilizando sus costos explícitos, pero no los implícitos. Lo explícito se refiere a cuánto cuesta determinado programa o el monto del beneficio ofrecido en términos de quetzales, mientras que lo implícito, más difícil de descifrar, es cómo afecta la conducta de las personas y sus interacciones, así como los incentivos y desincentivos que crea.

En el espectro ideológico es correcto identificar a ambos partidos con la izquierda a secas. Quizás UNE y Semilla no sean agrupaciones de pensamiento comunista o socialista en el sentido estricto de estos términos. Al menos hasta ahora, no pretenden que el gobierno monopolice los medios de producción, elimine la propiedad privada e imponga la dictadura de partido único. Dicho esto, los liderazgos de ambos partidos tienen vínculos con la izquierda radical del país. Ha resucitado un video de Hugo Chávez en el que un periodista le pregunta si entregaría el poder al finalizar su término, a lo que el caudillo responde que podría entregarlo incluso antes, ya que el país estaría tan de maravilla. Discurso mágico, entra el caballo de Troya.

Describiría a ambos encajando mejor en un dirigismo regulatorio repartidor de beneficios. Por dirigismo regulatorio me refiero a la convicción arrogante que la introducción de más reglas, mandatos y requisitos para dirigir la vida de las personas, la creación de nuevas capas burocráticas, otro departamento o dirección general de algo, es capaz de producir las bondades sociales que pretende. La repartición de beneficios a categorías seleccionadas cimienta clientela políticamente leal, crea simpatías, pero drena recursos de manera progresiva y cuasi permanente; empezar a dar es fácil, dejar de hacerlo es difícil.

Ambas opciones electorales reconocen la necesidad de que crezca la inversión y creación de empleo productivo, sin percatarse de que políticas que proponen y actitudes que manifiestan tendrían por efecto producir precisamente lo contrario.

En primera vuelta los candidatos apelan más a su base, especialmente en un sistema en el que obtener menos de uno de cada cinco votos sobra para pasar; en segunda buscarán mostrarse como el centro razonable. Ninguno de los dos candidatos goza de algún mandato popular y un poco de humildad los llevaría a reconocer que un eventual ganador flotó en una ola de rechazo al otro.