ALEPH

Guatemala 2065

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En este tiempo de inmediatez y crisis política, yo imagino a la Guatemala que podríamos construir para el 2065, en 50 años. No estaré para verla, pero habrá nuevas generaciones viviendo, ojalá, con mayor dignidad que muchas personas en la Guatemala de hoy. Como todo está conectado en el tiempo, eso dependerá mucho de lo que suceda en estas elecciones. Una nueva Guatemala quiere emerger, pero ha sido un proceso lento y doloroso; un nuevo orden quiere nacer e ir en dirección opuesta a la que el pacto de corruptos ha definido para este feudo suyo.

' Esos “hoyistas” creen que en la historia no hay nada que buscar y que en el futuro no podemos participar.

Carolina Escobar Sarti

Luego de los resultados de las elecciones del 25 de junio pasado, la mafia criminal ha alimentado permanentemente la crisis, para generar caos, tensión e incertidumbre ciudadana antes del próximo 20 de agosto. Unirnos, aguantar y defender, con calma pero sin miedo, lo poco de democracia que nos queda, es lo que toca hoy. Primero, los corruptos nos tuvieron en vilo con la revisión de las actas de las votaciones y no lograron probar nada porque significaba invalidar el trabajo de miles de ciudadanos que integraron las juntas electorales; luego, se fueron por querer inhabilitar al Movimiento Semilla y la pelota pasó de jugarse entre las Cortes, al Ejecutivo y al Ministerio Público. Por su parte, el Tribunal Supremo Electoral, que a lo largo del proceso había dejado a tres partidos fuera sin razón justificada e inscrito a otros por lo mismo, ha dado la talla y está cumpliendo bien, por fin, su papel rector en este tenso momento entre la primera y segunda vueltas.

Quienes creemos en los procesos y tenemos paciencia no dudamos que el camino será posible, pero largo y difícil. Conocemos bien la estafeta que nos pasaron quienes nos antecedieron y la que estamos dispuestos a entregarle a las nuevas generaciones. Pero, sobre todo, conocemos las entrañas de un monstruoso cleptonarcoestado que está cómodo haciendo de Guatemala un Xibalbá. La agonizante democracia guatemalteca, conectada a un respirador bajo la tiranía de la dictadura corporativa que aún nos quiere someter, estaba por morir antes de las elecciones 2023. Hoy, comienza a querer respirar sola.

Esta esperanza que cruza distintas generaciones de Guatemala (ahora sí país) se alimentó de nuestros votos, expresión del hartazgo por el despojo y el abuso sostenidos. Todo se vive hoy, pero se construye en el tiempo. Y si bien el voto en sí mismo no es la democracia, sí que es el mecanismo democrático por excelencia que hoy le está permitiendo a Guatemala salvarse por un pelo.

No creo que haya frases más gastadas que “vive el presente”, “ayer ya no existe y mañana quién sabe”. Ayer, hoy y mañana están interconectados y son un solo tiempo en el que participamos todos. Los inmediatistas que no conocen la historia y no saben imaginar a Guatemala creyeron que elegir a un militar en el 2012 no tendría una connotación simbólica y real profunda en nuestra intención democrática, comenzando así un proceso de regresión evidente. Los inmediatistas de todos los colores creyeron que el 2015 había sido solo un momento de efervescencia rosa, que no había concluido en nada y no midieron el tamaño del músculo ciudadano que se comenzaba a ejercitar. Los inmediatistas creyeron que las decisiones fraguadas fuera de Guatemala, gracias al lobby del pacto de corruptos que quería sacudirse a la Cicig, no terminarían en esta especie de democraticidio que estaba casi logrando la captura total del Estado. Esos “hoyistas” creen que en la historia no hay nada que buscar y que en el futuro no podemos participar. Disiento.

Nuestro voto de hoy es consecuencia del hartazgo de ayer y nos hará estar de manera distinta en la Guatemala del futuro. Las nuevas narrativas políticas, los votos antisistema, el desarrollo de una mayor conciencia ciudadana, todo está ayudando a cambiar la correlación de fuerzas. Lo que les va quedando a las aves de rapiña que sobrevuelan su cleptonarcoestado es provocar caos y ver quién se cansa primero. Pero en la ciudadanía hay fuego y ganas de otra Guatemala.

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