CIVITAS
Ilusión no contaminada
Los jóvenes nos caracterizamos por ser idealistas, rebeldes y en algunas ocasiones ingenuos. Somos aquello que generaciones más grandes dicen haber sido pero que ahora ya no porque, seamos sinceros, conforme pasan los años y las experiencias, la manera de ver la vida cambia. Especialmente en el ámbito de la política. Sin embargo, ese idealismo y entusiasmo que caracteriza a los jóvenes es vital para desarrollar el país que queremos. Por muy trillada que sea la frase de que los jóvenes somos el futuro, es cierta, pero agregaría que en realidad somos el liderazgo del presente. Por eso, espero que la ilusión de los jóvenes guatemaltecos no sea contaminada o destruida ante los recientes abusos de poder, ataques a las libertades básicas y el irrespeto a nuestro orden democrático y republicano.
La detención de jóvenes por el caso “Toma Usac: botín político” bajo señalamientos poco fundamentados y que atentan contra la libertad de expresión nos deben preocupar a todos. Podemos no estar de acuerdo con las posturas o pensamientos de alguien, pero expresarse libremente es un derecho fundamental, que no solo está en el artículo 35 de la Constitución de nuestra República, sino que es reconocido de manera universal. Tampoco se trata de figuras en específico, acá el principio esencial a defender es la libertad. Que los jóvenes opinemos, cuestionemos, indaguemos y debatamos responsablemente es indispensable y ello no debe ser considerado un acto delictivo.
' ¡Están completamente dispuestos a ahorrarnos cualquier preocupación, excepto la de obedecer y la de pagar!
Christa Walters
Escuchar en cumbres o foros las experiencias de jóvenes como Félix Llerena, Carolina Ribera Añez o Enrique Orozco, y las denuncias que constante e inagotablemente hacen del abuso del poder, populismo y autoritarismo de quienes han quebrado sus países puede ser una advertencia o un presagio para la juventud guatemalteca. Definitivamente debemos trabajar para que sea solo una advertencia. Un llamado a dimensionar el poder de nuestra participación cívica; que nuestro espíritu democrático debe prevalecer. Las experiencias de estos jóvenes los motivaron a ser defensores de la libertad por todo el mundo, pero existe el peligro de que los abusos e injusticias lleven a los jóvenes a radicalizarse o llenarse de odio. Esto es algo de lo que también debemos cuidarnos.
Es entendible asquearse y querer alejarse de lo político, puesto que desde hace mucho que tiene una connotación negativa y fraudulenta. Las figuras que pobremente representan la esfera política y la justicia en nuestro país la hunden más. No obstante, si nos apartamos y desentendemos de ella, muy probablemente le estamos cediendo el país a los peores. Por eso, este fragmento de la obra De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos de Benjamin Constant puede ayudarnos a reflexionar sobre el grado de nuestra participación ciudadana, el papel que le permitimos desempeñar a la autoridad y la valentía que debemos tener para que nuestra ilusión no sea contaminada: “El peligro de la libertad moderna consiste en que, absorbidos por el disfrute de nuestra independencia privada y por la búsqueda de nuestros intereses particulares, renunciemos con demasiada facilidad a nuestro derecho de participación en el poder político. Los depositarios de la autoridad nos animan a ello continuamente. ¡Están completamente dispuestos a ahorrarnos cualquier preocupación, excepto la de obedecer y la de pagar! Nos dirán: ¿Cuál es en definitiva el objetivo de vuestro esfuerzo, de vuestro trabajo, de todas vuestras esperanzas? ¿No es acaso la felicidad? Pues bien, dejadnos hacer y os daremos esa felicidad. No, señores, no les dejemos hacer por muy conmovedor que resulte tan entrañable interés; roguemos a la autoridad que permanezca en sus límites, que se limite a ser justa. Nosotros nos encargaremos de ser felices”.