CATALEJO

Incapacidad gubernativa atrasa buena disposición

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Nadie niega las terribles consecuencias para todos los países por el mal manejo de los millones de toneladas producidas cada día. En Guatemala, muy pocas tienen la más mínima conciencia de la interrelación de varios factores, entre los cuales el elemento cultural es el más importante para iniciar la complicadísima tarea a fin de solucionar los efectos de una realidad cuya olvidada existencia ha comenzado a mostrar sus garras cada vez más grandes y filosas. El Gobierno no tuvo la mínima capacidad necesaria para entender esa complejidad y entonces debió atrasar la fecha decidida para iniciar la separación obligada de vidrios, plásticos, naturales, metales y multicapas. El rechazo de los recolectores fue generalizado por la forma de hacerlo. Debió retroceder, otra vez, y de paso, dejó la solución del problema a su sustituto.

' La ruptura de la ruta al Pacífico ejemplifica la concatenación de hechos irresponsables para manejar deshechos.

Mario Antonio Sandoval

Culturalmente es una tarea muy, pero muy difícil: educar a la gente a no tirar su basura donde les dé la gana, fenómeno presente en todo el país, a entender el efecto de los plásticos, y los productos fabricados sobre la idea de usarse sólo una vez. A comprender el terrible efecto de la basura transportada por los ríos, contaminando a su paso el agua para cualquier uso, no solo el consumo humano, y de los deshechos químicos de productos para el hogar, los vehículos y demás. Esta falta de conciencia se presenta en todos los niveles socioeconómicos como consecuencia de no pensar en la acción individual, sino en los efectos de la repetición millones de veces de esas prácticas descuidadas.

En Guatemala, los barrancos son vertederos de deshechos. Los basureros municipales se han convertido en lugar de vida de una clase social única: los “guajeros”, personas cuya vida empieza y termina allí, donde arriesgan su vida para buscar “guajes”, es decir, objetos encontrados dentro de la basura con algún valor económico remanente y por ello convertidos en elementos comerciales, enviados a su vez a compradores mayoristas encargados de reingresarlos a la economía: ropa, muebles, etcétera. Para lograr su medio de vida de hecho realizan una separación del material, no sin serio peligro de muerte, por lo cual han sido muchos quienes han tenido allí su velorio. Las lluvias aflojan los promontorios creados por la maquinaria edil usada para vaciar los camiones recolectores, casi todos de color amarillo. Es todo un mundo aparte del cual nadie habla.

Cuando los camioneros de recolección de basura amenazaron con dejar de hacer su trabajo, de pronto en los capitalinos se despertó la importancia de esa actividad, y comenzaron a escuchar a los voceros, quienes en pocas palabras se quejaban de la falta de información. La respuesta oficial fue risible: hace dos años lo habían anunciado. Pero ello, en vez de significar el inicio de una campaña informativa para la concientización de todos los involucrados en la creación de basura –empezando con los vecinos— y de quienes tienen como tarea manejarla, se quedó en el olvido porque para la mayoría ciudadana es vital cubrir las necesidades del día. El problema hizo crisis y tampoco se solucionará en el plazo de los 18 meses para comenzar la separación de los deshechos.

La solución también exige trabajo de educación escolar, de cultura de limpieza, cumplir las leyes necesarias y sobre todo multar a los infractores individuales o institucionales. Un ejemplo actual: el mal manejo de la basura trasladada a Villa Nueva quebró los colectores del río Platanitos y sus aguas rebalsadas aflojaron la tierra, crearon cavernas y estas colapsaron debajo de la ruta hacia el Pacífico y rompieron sus seis carriles, lo cual dejó interrumpido el paso hacia y para la capital. Este breve resumen es ejemplo de la relación de factores aparentemente no relacionados. Mientras esa campaña nacional no se realice, los efectos seguirán siendo más e iguales, pero aumentados. El nuevo gobierno, electo dentro de sólo trece días, no puede quedarse sin hacer nada.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.