CON OTRA MIRADA

La cultura como política de Estado

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Dentro del pequeño pero destacado mundo de la cultura en nuestro país, en 1978 profesionales dependientes del Ministerio de Educación, ligados a la Dirección General de Bellas Artes e Instituto de Antropología e Historia, entre ellos Norma Padilla, Julia Vela, Delia Quiñónez y Léster Godínez; Flavio Rojas Lima, Miguel Valencia, Liz de Valencia y Edna Núñez, gestaron la inquietud por separar los conceptos Educación y Cultura dentro de la administración pública.

' Que Cultura deje de ser la cenicienta de los planes de gobierno y quedar marginada dentro del presupuesto.

José María Magaña

La oportunidad se presentó con el golpe de Estado del 23Mzo1982, dirigido por jóvenes oficiales en contra del fraude electoral fraguado por el gobierno del general Romeo Lucas García, que derogó la Constitución de 1965, impuso el Estatuto Fundamental de Gobierno y convocó para elegir una Asamblea Nacional Constituyente. La Asamblea quedó integrada por ciudadanos probos, educados y cultos que atendieron la sugerencia de separar aquellos importantes conceptos. Con la propuesta presentada el 13Sept1984 al doctor Héctor Aragón Quiñónez, presidente de la Asamblea, firmada por Léster Godínez, Delia Quiñónez, Julia Vela y el asesor, licenciado Lisandro Godínez, la Cultura pasó a ser política de Estado; se incluyó en la Constitución de 1985 un capítulo dedicado a la cultura con los artículos del 57 al 65. También fue creado el Ministerio de Cultura al que, con la mejor intención, se agregó el epíteto “Deportes”, que resultó ser un lastre. Entró en vigor con el nuevo gobierno electo.

Para quienes en 1993 creamos la figura legal del Centro Histórico de Guatemala y la estructura Renacentro, consideramos que su integrante, el Ministerio de Cultura, sería más eficiente unificado al Turismo. El Deporte pasaría a Educación.

El Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) basa su función en la diversidad de costumbres, tradiciones, patrimonio cultural (mueble, inmueble e intangible) paisaje, flora y fauna. Aunque dispone de recursos económicos y se nutre de lo que recauda, parte de su labor la dedica a impulsar hoteles en enclaves espectaculares. Sin embargo, prevalece una obsoleta interpretación de las ricas culturas vivas, que hacen de Guatemala un lugar excepcional y que, por razones atávicas, de discriminación y exclusión, las demerita y reduce a lo folclórico, concepto, por demás, superado.

Aquella propuesta de unificación, junto a los cambios legales inherentes, durante el gobierno de Óscar Berger Perdomo, fue presentada al Ministerio de Cultura y Deportes y a la Dirección de Inguat. Ante la consulta presidencial, el Congreso de la República emitió opinión favorable: “Punto Resolutivo Número 12-2005 del 07Oct2005 en el que resuelve, Primero: Exhortar al Organismo Ejecutivo para que pueda crear el Ministerio de Turismo y Cultura, para que diseñen y definan las políticas que permitan crear en el corto plazo la industria turística Guatemalteca”, (Diario de C.A. Tomo CCLXXVII, Número 77, 07 de octubre de 2005).

Actualmente y a pesar del esfuerzo que las diferentes instituciones hacen por impulsar proyectos e iniciativas culturales, así como a proteger, conservar y restaurar bienes culturales y centros históricos que son promovidos turísticamente, los resultados son escasos. Mercados que no ofrecen el mínimo de información, seguridad y estímulo a la inversión para que sus pobladores se beneficien de la cultura como motor de desarrollo y fuente de riqueza. Situación que cambiará sustancialmente con la propuesta de unificar Cultura con Turismo. Combinación novedosa que forzará la necesaria reingeniería administrativa y la consecuente planificación de funciones, objetivos y proyectos para que la cultura deje de ser la cenicienta de los planes de gobierno y quedar marginada dentro del Presupuesto General de Gastos de la Nación.

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