CATALEJO

La extraña lógica de Codeca y el MLP

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El Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), un partido participante en las elecciones del 2019, del cual es parte el Comité de Desarrollo Campesino (Codeca), y su candidata presidencial Thelma Cabrera, obtuvo el 10.4% de los votos válidos, para dejarla en el cuarto lugar de la primera vuelta. Esta organización admira y apoya a la izquierda continental: Maduro, Ortega, Modric, Petro y Pedro Castillo, además de Cuba, lo cual no deja duda sobre su lugar en el panorama político. Los resultados favorables se localizaron sobre todo en el occidente, donde hay alto porcentaje de población indígena —no maya, porque esta cultura desapareció antes de la llegada de Alvarado— pero sí es una voz importante de los varios grupos étnicos mayenses.

' Un partido de izquierda, para ganar, necesita presentar sus ideas sin extremismos contraproducentes, por ser absurdos.

Mario Antonio Sandoval

La lógica candidata presidencial del MLP en 2023 será de nuevo Thelma Cabrera, por su ventaja de ya haber logrado 456,114 votos, en teoría una buena base para llegar a la meta de participar en la segunda y definitiva vuelta de la elección. Sin embargo, se le puede aplicar el viejo dicho “Dios, libérame de mis amigos, que de mis enemigos me puedo librar yo”. Con su conocimiento o no, es equivocada la decisión de impedir el paso de vehículos en la capital, ciudades departamentales y carreteras importantes, y parece ser el consejo de gente interesada en evitar esa posible victoria, al utilizar estrategias contraproducentes y debilitantes del necesario apoyo popular no indígena, al estar basadas en provocar temor como forma de mostrar una supuesta fuerza política.

No implican fuerza por varias razones. Ya la ciudadanía está clara de la poca cantidad de gente necesaria para impedir el paso de vehículos. Con veinte personas es suficiente y entonces cien ciudadanos pueden dejar incomunicado al país entero, con el costo del rechazo generalizado. Nadie apoyará a quienes le impiden llegar a tiempo a su trabajo, entregar pedidos, llegar a los mercados para entrega de productos agrícolas o al aeropuerto para tomar un avión —a lo mejor con escalas antes de su destino final—, y también para no poder trasladar personas necesitadas de atención médica. Es irónico: mientras más exitosa es esa violación a los derechos ciudadanos debido a ese vandalismo, es mayor el rechazo, centrado en Codeca e individualizado en Thelma Cabrera.

Otro error fundamental e increíble es considerar afectados solamente a los capitalinos, a los citadinos o a los ladinos. Sin duda el número de indígenas afectado es mayor al del resto de guatemaltecos y por si no fuera poco, las no admitidas pero notorias divisiones ancestrales entre quichés, quekchís, pocomames, tzutuhiles, etcétera, aportan otro elemento divisor. Se agrega la división entre católicos, por un lado, y algunas de las docenas de grupos religiosos no católicos, sobre todo neopentecostales, quienes no participan en política porque según ellos quienes llegan al poder lo hacen como consecuencia de la voluntad divina. Este pensamiento elimina la responsabilidad personal de escoger entre el bien y el mal señalado desde hace casi dos mil años.

Por último, causa temor y sospecha la abierta y clara admiración de MLP-Codeca a figuras internacionales relacionadas de manera directa con el comunismo y con el socialismo, ya sea del siglo 21 o de otro. Los indígenas con altos niveles de educación tienen claros estos dos factores de rechazo a la izquierda recalcitrante y al avance de los grupos religiosos autodenominados cristianos. A causa de todo este complicado asunto, no es descabellado ver en la participación del partido de Thelma Cabrera una repetición de la interesada división en partidos sin posibilidad de triunfo debido a como están integrados. Políticos al fin, no se puede descartar esa participación con el fin de una derrota beneficiosa para el statu quo pero con la impresión de existencia de opciones.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.