LA BUENA NOTICIA

La política del miedo es la estrategia

|

Cada año, en el segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, se proclama el Evangelio donde Juan relata dos apariciones de Jesús a los apóstoles. La primera acontece en “el primer día de la semana”, sin la presencia de Tomás; la segunda, se desarrolla “a los ocho días”, con la presencia del discípulo incrédulo, quien en diálogo con el Resucitado expresa su fe con una exclamación de asombro y confianza únicas: “Señor mío y Dios mío”. Durante la Semana Santa hemos hecho memoria de la fase inaugural del Reino de Dios en la historia, con la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Ahora estamos en el tiempo de la iglesia, celebrando la siguiente fase, en espera de su segunda venida, acompañados por Él y comprometidos con el Reino: el gran proyecto de Dios para la humanidad, desde lo que somos y hacemos cada uno y comunitariamente, y desde los contextos religiosos y seculares en que nos movemos y existimos.

Con frecuencia nuestra existencia y esos contextos humanos están permeados por “el miedo”, como estrategia política, que empuja a vivir a “puertas cerradas” y transitar en “la noche”, como los primeros discípulos; a dejarnos arrastrar por la “increencia”, la frustración y el sinsentido de la vida, como Tomás, hasta que vio los signos del sacrificio en la cruz por fidelidad al proyecto de Dios y por amor y solidaridad con la humanidad. Ante esas realidades —que todo ser humano puede experimentar o que surgen en sociedades subdesarrolladas y oprimidas por poderes fácticos— irrumpe el Crucificado-Resucitado anunciando “la paz” verdadera e inundando de “alegría” auténtica la vida, para luego invitarlos “a salir”, impulsados por el dinamismo del Espíritu, siendo promotores de perdón y reconciliación, los signos del Reino en la historia; su presencia es llamada a descubrir el verdadero sentido de la vida, para que las sociedades se orienten hacia un auténtico humanismo abierto a la trascendencia, que es la plenitud del amor.

' Su fin es mantener este modelo de Estado fracasado y un estilo de gobierno oligárquico, kakistócrata y excluyente.

Víctor Manuel Ruano

La sociedad guatemalteca ha vivido dominada por el miedo. Esa fue la estrategia utilizada durante la colonia, la era independiente y las dictaduras militares desde Justo Rufino Barrios hasta el derrocamiento de Árbenz; desde Castillo Armas hasta los gobiernos de los últimos 35 años. Incluso durante la pandemia impusieron esa estrategia, mientras consolidaban el “pacto de corruptos” para la impunidad que sostenga esta “tiranía corporativa legal”. Hacia ese horizonte de muerte y oscuridad, de puertas cerradas para el desarrollo humano, social e integral parece que nos encaminamos, según muchas de las propuestas populistas y clientelares lanzadas en la campaña electoral de políticos reciclados o novatos, reclutados en partidos viejos o nuevos. Todos decididos a mantener, hasta con los dientes, este modelo de Estado fracasado y un estilo de gobierno oligárquico, kakistócrata y excluyente.

¡Cuidado! con los que hablan de Dios durante la campaña electoral y cuando están en el poder, porque no es el Dios de Jesús de Nazareth, sino el dios “Mammon”, al que invocan con discursos pseudorreligiosos para gobernar Guatemala. Sus campañas están sostenidas con el dinero del crimen organizado, de la corrupción y de la oligarquía. Es dinero manchado con la sangre de las mayorías que son sacrificadas para sostener un sistema económico-político mercantilista y corrupto que mata, como lo constatamos en la tragedia de los migrantes y el empobrecimiento de la población, en la desnutrición de la niñez y el subdesarrollo democrático. Nunca votar por los devotos de “Mammón”, pues significa seguir viviendo con miedo, cerrarle la puerta a un futuro diferente y continuar atascados en el subdesarrollo social y democrático, mientras ellos, consumidos por la avaricia, se enriquecen sirviendo a las élites económico-militares, cuando el pueblo agoniza en el empobrecimiento.

ESCRITO POR: