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La resurrección de Lula Da Silva
En la elección más reñida en la historia de Brasil, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, quien fue presidente de ese país entre 2003 y 2010, derrotó por un estrecho margen al gobernante titular Jair Bolsonaro. La diferencia en votos fue la más baja de la historia, 50.9 a 49.1%. La resurrección de Lula Da Silva confirma que también el gigante carioca está en la línea de las predicciones, que dicen que Latinoamérica parece estar cambiando sus connotaciones políticas e inclinándose fuertemente a la izquierda. Para muestra, Pedro Castillo en Perú, Luis Arce en Bolivia, Gabriel Boric en Chile, Xiomara Castro en Honduras, hasta Gustavo Petro en Colombia.
' Brasil ha alcanzado niveles de polarización sin precedentes, acompañados de una escalada de violencia por motivos políticos.
Brenda Sanchinelli
Es alarmante que en siete de 12 países de América del Sur predomine una política de izquierda. Además, están Cuba, Venezuela y Nicaragua, que son una realidad aparte, y un reflejo de lo que podrían llegar a convertirse los demás países, que se están dejando llevar por esa “nueva izquierda”.
Un informe de The New York Times mencionó que después de años en los que los partidos políticos de derecha fueron elegidos por los votantes, América Latina se está hundiendo en la izquierda. Todo comenzó con la elección del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, en 2018, y ahora llega la victoria de Lula da Silva en Brasil. Por lo tanto, “seis de las economías más grandes de la región estarían dirigidas por líderes políticos elegidos por sus plataformas de izquierda”.
Esta tendencia socialista tiene un solo final y el mismo: Un dictador demagogo que se refiere a las revoluciones y luchas de liberación del siglo pasado, que gobierna con puño de hierro. Meten en la cárcel a quien se atreve a discrepar, cierran periódicos, persiguen a quien se opone a sus normas y violan sistemáticamente los derechos humanos. Esclavos de su ego y un poder al que no quieren renunciar.
Hoy Lula regresa al gobierno de Brasil en un escenario menos favorable; de hecho, el contexto internacional está dominado por disputas geopolíticas muy fuertes, y una crisis económica global que podría tener nuevos picos en los próximos años. Mientras que, a nivel interno, la sociedad brasileña es hoy extremadamente violenta y políticamente más dividida que hace 20 años. A pesar del triunfo de la izquierda, en esta semana cientos de miles de brasileños han salido a las calles, en manifestaciones históricas, pidiendo al ejército que intervenga para mantener a Bolsonaro como presidente. Dicen que no es aceptable, que Lula Da Silva —un exconvicto— sea presidente de la Nación. No reconocen la victoria electoral del candidato del PT, pese a que los funcionarios del actual gobierno ya iniciaron el proceso de transición del poder.
En el frente internacional, sin embargo, la victoria de Lula podría completar lo que muchos llaman la “segunda ola progresista”, que sin duda garantizaría un cierto alivio y capacidad de acción en el ámbito internacional al nuevo gobierno. El término se refiere al período en que, a principios de este siglo, Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Néstor y Cristina Kirchner en Argentina y el propio Lula en Brasil habían llegado al gobierno.
Se han alcanzado niveles de polarización sin precedentes para Brasil, acompañados de una escalada de violencia por motivos políticos. Y es que ahora la lucha ya no es entre izquierda y derecha, sino entre localistas y globalistas. Sin embargo, las plataformas izquierdistas siguen alcanzando el triunfo en la región, sin que hasta ahora hayan demostrado que son un modelo efectivo, capaz de solucionar los grandes problemas, dificultades económicas y la desigualdad, que van en aumento.