AL GRANO
La sociedad y sus instituciones tras la verdad
“Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres…” (Juan 8, 31-42) En toda sociedad humana, la búsqueda de la verdad es fundamental. En el proceso de su evolución, todas las sociedades han procurado enfrentar la necesidad del ser humano de conocer la verdad. Es una necesidad tanto a nivel espiritual como también intelectual y social.
' Las denuncias contra periodistas, sea por uso del poder como revancha o por su intimidación, son un hecho gravísimo.
Eduardo Mayora
En el plano espiritual están las iglesias y otras organizaciones que ofrecen a cada persona una respuesta a su búsqueda más intima por la verdad. Las instituciones religiosas presentan a sus fieles la verdad en que su fe debe centrarse, dándole sentido a toda su vida.
En la dimensión intelectual están, principalmente, las universidades. Está claro que el espíritu de búsqueda de la verdad debe impregnar la totalidad del proceso educativo, pero en la universidad adquiere su plena expresión. Ahí, los integrantes de las facultades, sea de ciencias o de humanidades, en un ambiente de libertad académica, investigan y debaten para llegar a la verdad, siguiendo cada uno el método de su propia disciplina. En eso es que las grandes universidades procuran brillar, ofreciendo a la sociedad en que sus investigaciones se desarrollan, y a la humanidad entera, sus descubrimientos de la verdad en los diversos campos de la vida científica e intelectual.
Y luego está la dimensión social. Y en ella, la principal institución es la prensa. Los seres humanos también necesitan conocer la verdad sobre sus relaciones, sobre su condición como vecinos, como ciudadanos, como consumidores, etcétera. Necesitan enterarse de los acontecimientos de relevancia pública y las causas que los producen. Y para investigar con rectitud y de acuerdo a los métodos propios del periodismo libre, se instituye la prensa. Desde el siglo XVII hasta nuestros días, el periodismo ha sido la actividad profesional que ha contribuido para que se descubra la verdad en todos los aspectos de la vida pública.
Como es fácil comprender, en las sociedades más abiertas, en las que los derechos de las personas están debidamente tutelados por jueces y magistrados independientes, el periodismo rinde sus mejores frutos. Ahí, los asuntos públicos se discuten y debaten con transparencia, los hombres de Estado rinden cuentas y los funcionarios del Gobierno se acercan a los ciudadanos. El periodismo de opinión decanta las noticias y los reportajes y se forman las diversas corrientes. Los mismos hechos son valorados de diversa manera y sus múltiples aspectos son analizados a través de los prismas ideológicos de cada columnista. La sociedad se muestra, así, viva y vibrante en todo lo que a su vida pública se refiere.
Sin embargo, tal y como se ha hecho ver en Guatemala recientemente, con ocasión de celebrarse el Día del Periodista, la verdad tiene enemigos. Son pocos, y no todos son poderosos. Pero cuando los propios poderes públicos se enfrentan contra la libertad de prensa, cuando los funcionarios públicos son intolerantes a la crítica sobre sus gestiones como tales, la búsqueda de la verdad queda truncada.
Por supuesto que el periodismo es imperfecto y que, como toda institución social, la prensa está sujeta a cometer errores y, en ocasiones, a actuar negligentemente. Pero nada de eso justifica las medidas intimidatorias, la persecución, el uso del poder como instrumento de revancha en contra de un periodista. Mucho menos su asesinato, que es una de las aberraciones más graves en que puede incurrir un régimen político.
La libertad de prensa ha sufrido mayores embates en el pasado reciente. La búsqueda de la verdad es la víctima directa de una realidad tan deplorable como dañina para el desarrollo de la democracia liberal entre nosotros.