ALEPH

La trata que nos avergüenza

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No podemos desligar la teoría aristotélica de la “esclavitud natural” que definió la partición del mundo occidental entre amos y esclavos, desde el siglo IV antes de Cristo, hasta el mundo actual donde se produce la trata de personas. Tampoco podemos desligarla de las dinámicas posteriores de colonización y esclavización en América, como la de la “encomienda”, institución colonial creada en el siglo XVI por la corona española para apoderarse de tierras y personas, porque esas entidades conquistadas “no tenían alma” y eran consideradas salvajes.

' La trata no es otra cosa que esclavitud, y se define en el artículo 47 Ter de nuestra ley VET.

Carolina Escobar Sarti

Simultáneamente surgieron los movimientos de protesta ante la esclavitud. En 1511, Antonio de Montesinos amenaza con expulsar de las tierras conquistadas a quienes esclavizaran a los indios. Surgen entonces las primeras leyes que regulan la práctica de la esclavitud (las leyes de Burgos/ 1512). Pero, como siempre, la legislación va primero y mucho tiempo después va la práctica, los colonos siguieron esclavizando aquí a la población de indios que fue diezmada, no solo por las condiciones en que vivían, sino también por las enfermedades que los españoles habían traído. Preocupados ante la pérdida de mano de obra, traen a los “negros”. En 1542, Fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés Sepúlveda se enfrascan en un debate sobre la humanidad de los indios y ese debate se basa en el libro primero de la política de Aristóteles, que naturaliza la esclavitud. En 1549, el rey decide detener la esclavitud, pero sigue aquí o no estaríamos hablando hoy sobre la trata de personas.

La trata no es otra cosa que esclavitud, y se define en el artículo 47 Ter de nuestra ley VET en Guatemala como un delito que incluye la captación, el transporte, traslado, retención, acogida o recepción de una o más personas con fines de explotación. La prostitución ajena, cualquier otra forma de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, cualquier tipo de explotación laboral, la mendicidad, cualquier forma de esclavitud, la servidumbre, la venta de personas, la extracción y el tráfico de órganos y tejido humanos, el reclutamiento de personas menores de edad para grupos delictivos organizados, la adopción irregular, el trámite irregular de adopción, la pornografía, el embarazo forzado o matrimonio forzado o servil, todos son considerados hoy delitos de trata bajo nuestra ley. Pero la ley sigue siempre antecediendo la práctica de su cumplimiento.

Cuando veo a una niña de 9 años siendo vendida diariamente a tantos hombres y totalmente disociada de sí misma; cuando veo estructuras de intocables criminales que trafican igual drogas que armas o personas; cuando veo a familias completas mendigando en nuestras calles y a tantos jóvenes sin oportunidades ni familias integrando las maras y pandillas; cuando veo a una adolescente de 13 años vendida a un hombre de 55 a quien odia pero sirve de manera forzada cada día de tantas maneras que la esclavizan; cuando veo que han robado y desaparecido bebés para venderlos sin que sus madres vuelvan a saber dónde están; cuando veo a una niña de 12 años con un hijo en brazos sin tener conciencia sobre lo que le ha pasado o a la gente trabajando en condiciones indignas e inhumanas sé que todo eso entra en la definición de trata y me pregunto si Aristóteles no sigue presente en un mundo donde unos se creen personas con derechos y otros parecen no tener derecho a nada, a ninguna humanidad.

Los delitos de trata no solo representan tortura y violan los derechos humanos de las víctimas, sino que generan ilegalidad y ganancias de US$150 mil millones cada año, siendo hoy el tercer negocio ilícito más lucrativo del mundo, solo después del tráfico de drogas y armas. El poder vuelve a estar detrás de esta perversidad, pero la vergüenza está en considerar que hay gente que merece vivir como un ser humano y gente que no.

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