NOTA BENE

La Virgen de Guadalupe

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Era el 12 de diciembre de 1531. El día anterior, Juan Diego Cuauhtlatoatzin se apresuró a localizar un médico, porque su tío Juan Bernardino había enfermado gravemente. Evitó un encuentro con la Virgen María, quien se le aparecía desde el día 9. El doctor no pudo ayudar al paciente y el sobrino buscó a un sacerdote que acompañara al tío en sus últimas horas. La Virgen se le apareció por el cerro de Tepeyac, lo consoló y le dijo que su tío había sido curado. Resuelta su pena, Juan Diego le contó a la Virgen que el obispo de México, el fraile dominico Juan de Zumárraga, requería una prueba de las apariciones. Ella lo condujo hasta un jardín de flores en un terreno árido en la cima del cerro que floreaba en pleno invierno. La Virgen colocó en la tilma de Juan Diego las flores recién cortadas, unas rosas de Castilla, para ser presentadas como evidencia.

' Recemos por Guatemala.

Carroll Ríos de Rodríguez

Juan Diego llegó a casa del Obispo, donde inicialmente le fue denegada la entrada. El emperador Carlos I había nombrado a Zumárraga protector de los indios el 12 de diciembre de 1527, justo cuatro años antes. Zumárraga llevaba tres duros años a la cabeza de la iglesia mexicana; dirimía conflictos entre españoles e indígenas y luchaba contra algunas costumbres barbáricas. Cuando finalmente Juan Diego compareció ante el obispo, abrió su tilma y reveló no solo las flores, sino también una imagen grabada de la Virgen. La Madre de Dios se autorretrató como una joven mestiza, morena, embarazada, con rallos de sol a su espalda. La imagen está cargada de símbolos reconocibles a los náhuatl. Las terminaciones trapezoidales de la cinta que ciñe su cintura indican el inicio de una nueva era. México significa el ombligo o centro de la luna en náhuatl, y nuestra Madre está parada sobre la luna. La figura “Nahui Ollin” que decora su vestido alude a la presencia de Dios. Las alas del ángel a sus pies son de plumas de quetzal, guacamaya y pelícano.

Este milagro provocó la conversión al cristianismo de entre ocho o nueve millones de indígenas. Junto a los españoles, procuraron edificar una “casita” en honor de la Virgen, como ella solicitó. Hasta 1557, la imagen permaneció en una ermita provisional de paja y adobe. En total se han construido siete templos para albergar el retrato. En la actual basílica circular, construida entre 1974 y 1976, caben 10 mil personas, pues la afluencia de peregrinos es significativa, sobre todo en esta fecha.

En Guatemala, como en muchos otros países, la profunda devoción a esta advocación de la Virgen principia escasos años después de ocurrido el milagro. Leí que una réplica de la imagen, ubicada en la parroquia Espíritu Santo, en el vecindario de Las Charcas, data de 1568. En 1790, el arzobispo Francos y Monroy oficializó la celebración el 12 de diciembre. En 1910, el papa Pío X la nombró patrona de América Latina, título que, en 1999, San Juan Pablo II amplió a “Patrona de toda América y estrella de la primera y de la nueva evangelización”.

En una bella oración que compuso San Juan Pablo II, él le pide a la Virgen de Guadalupe que libre a nuestros corazones “del mal y de odios”, y que ruegue por “la paz, la justicia y la prosperidad” para nuestros pueblos.

No está de más pedir la intercesión de la Virgen de Guadalupe por Guatemala. Yo le pido que ayude a los políticos en funciones y electos, a las personas responsables del proceso electoral y a los observadores más compenetrados de los acontecimientos recientes, para que aflore la verdad y la justicia. Que nos ayude a superar esta compleja encrucijada y logremos forjar una convivencia pacífica respetuosa de las garantías individuales y de la libertad.

ESCRITO POR:

Carroll Ríos de Rodríguez

Miembro del Consejo Directivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES). Presidente del Instituto Fe y Libertad (IFYL). Catedrática de la Universidad Francisco Marroquín (UFM).