ALEPH

Llegaron de noche

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Cuando perdemos todo lo demás, solo nos queda la verdad. El problema es que la mentira ha sido, cada vez más, el vehículo que ha hecho posible la política. Quienes no entienden esto y le apuestan a la verdad en el juego político partidario terminan exiliados, marginados o muertos en estados corruptos como el nuestro. “Podemos gritarle la verdad al poder y nunca será escuchada, porque la verdad y la política ya no tienen nada en común”, señaló Hannah Arendt.

' Nuestros políticos se parecen tanto, en tanto.

Carolina Escobar Sarti

En este país sin historia ni memoria ni país es importante acudir a la verdad, tantas veces como nos sea posible. En las escuelas, colegios y universidades no hay clases de historia que nos permitan discutir y analizar nuestro pasado desde distintas miradas, sino siempre solo desde una versión oficial de los hechos que se han contado a través de la óptica del poder. Otra vez Arendt, en su libro Mentira en la política: Reflexiones sobre los documentos del Pentágono, dice “…Cuán vulnerable es todo el entramado de los hechos en los que pasamos nuestra vida diaria; siempre está en peligro de ser agujereada por las mentiras de los individuos o despedazada por la mentira organizada de grupos, naciones o clases…”

Hace dos días, la Compañía de Jesús en Guatemala, a través de la Universidad Rafael Landívar y con la cooperación del Centro Cultural de España en el país, invitó a un grupo de personas a ver la proyección de la película Llegaron de noche. El argumento central de la película trata sobre la historia de la masacre cometida en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), un 16 de noviembre de 1989, cuando miembros del ejército salvadoreño entraron a esa casa de estudios y asesinaron a sangre fría a dos mujeres y seis sacerdotes jesuitas que allí trabajaban. Lo que es importante resaltar es que todo se cuenta a partir de la mirada de Lucía Barrera de Cerna, “la única testigo que sobrevivió y gracias a cuya valentía y colaboración con la justicia se logró esclarecer lo sucedido”.

Más allá de que esta película del director Imanol Uribe nos cuente un suceso de la guerra que se vivió en El Salvador por 12 años y logre mantener la tensión a partir de ese hecho, está su intención de verdad. Más allá de que la película trate sobre un hecho que sucedió en la república hermana de El Salvador, desnuda los mecanismos y los protagonistas comunes de las guerras que vivimos en la región. La sombra permanente de Estados Unidos, las narrativas de la contrainsurgencia y el comunismo, las violencias asociadas al poder, los cancerberos de siempre haciendo el trabajo sucio y la pregunta de ¿después de más de 30 años, qué ha cambiado? ¿Cuánto sigue siendo mentira?

La masacre permaneció impune por 31 años y no fue sino hasta el 2020, en un juicio que se desarrolló en España (porque los que le apuestan a la amnistía en El Salvador bloquearon por años todo proceso de investigación), que se condenó a 133 años de prisión al exviceministro de Seguridad Pública coronel Inocente Orlando Montano Morales. En marzo del presente año, el rector de la UCA, Andreu Oliva, denunció que “existe un fuerte interés” de las autoridades por separar a la Universidad del proceso penal. Ese mismo mes, una corte salvadoreña ordenó que la causa penal contra 11 personas pasara a la etapa de investigación judicial. Entre esas personas, el expresidente Alfredo Cristiani.

Nuestros políticos se parecen tanto, en tanto. Llegaron de noche es parte de una intención de verdad en nuestra región y esto me recuerda que Ignacio Ellacuría, uno de los sacerdotes jesuitas masacrados, en su libro Sobre la universidad señaló que, para no quedarnos en la nostalgia o la autosatisfacción, hay que replantear permanentemente las tareas de cara al futuro. En esta tarea, las universidades juegan un papel fundamental, porque pueden nutrirse de la memoria histórica para iluminar un futuro distinto, con mayor verdad.

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