FUERA DE LA CAJA
Lo que se dice y lo que se comprende
Sabemos que el mensaje no se produce en la boca de quien lo verbaliza ni en los dedos del escribiente, sino en el cerebro de quien lo recibe. En él confluyen factores, vivencias y contextos que afectan la interpretación y la comprensión del contenido. ¿Qué debe hacer el emisor para asegurarse de que lo que dice sea comprendido e interpretado por el receptor, según el propósito que se ha trazado?
Ella dijo “qué siento que veas las cosas así”; la amiga interpretó “si ves las cosas así, ¡qué lo siento!”, y la amistad se acabó. Ella dijo “me encantan los sándwiches de jalea y mostaza” y él le preparó unos panes que ambos no pudieron comer.
La comunicación es un universo lleno de matices. Constantemente vemos ejemplos de ideas que se transmiten con una determinada intención, pero que se transforman al llegar a su destino. En los diferentes ámbitos personales o profesionales, esto provoca malentendidos o conflictos. Para evitar estas distorsiones o “ruidos” en la comunicación, es oportuno tomar en cuenta unos principios básicos pero efectivos.
Lo primero es lo primero. Tenga claro su objetivo de comunicación y manténgalo presente. En términos prácticos, enfóquese en los mensajes para que su interlocutor piense, sienta y/o actúe de acuerdo a la finalidad de su intervención.
' El mensaje no se produce en la boca de quien lo verbaliza ni en los dedos del escribiente, sino en el cerebro de quien lo recibe.
Klara Campos
¿A quién se está dirigiendo? Cada humano es un mundo, con formas diferentes de procesar la información. Las palabras terminan teniendo diferentes significados porque los contextos son diferentes. Algunas personas son visuales, otras son auditivas. Use el código que mejor se adapte al modelo mental de su interlocutor.
La empatía no es un “plus”, es un requisito fundamental para una adecuada interpretación. Es el mecanismo por medio del cual las dos partes crean una “buena sintonía”, con una mejor disposición para escucharse mutuamente.
Sea preciso. Prefiera lo explícito a lo implícito. La incomprensión del mensaje es tan peligrosa como la mala interpretación del mismo. Un lenguaje fuera de la comprensión del interlocutor puede desfigurar el contenido. Recuerde que la ausencia de información estimula la imaginación.
Verifique el momento y lugar idóneos para hacer llegar su mensaje. El sentido de la oportunidad va de la mano con la buena disposición de su interlocutor para atender lo que le quiere decir.
La forma como se comunica es igual de importante que el contenido. Los gestos, la mirada, el volumen y la entonación de la voz equivalen a subrayar, escribir en itálica o en negrillas, es decir, a potenciar el componente emocional.
Confirme que su interlocutor está interpretando lo mismo que usted está emitiendo. El cambio de roles entre el que habla y el que escucha permite la retroalimentación, de mucho valor en el intercambio de información; es como tomar los signos vitales en el campo de la comunicación.
En la actualidad, la saturación de estímulos diversos en las redes sociales y por los dispositivos móviles provocan una atención intermitente que obligan a reforzar constantemente los mensajes. Esa es la magia que tienen los buenos relatos: concentran la atención de quien los escucha y usan las figuras adecuadas para que el mensaje llegue correctamente.
Aunque son principios fáciles de comprender, no son necesariamente fáciles de implementar. Lo que sí es seguro es que constituyen pasos certeros para que los mensajes emitidos por personas, organizaciones y sectores sean comprendidos de mejor manera por sus destinatarios.