LA BUENA NOTICIA

Los ricos

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El Evangelio que reflexionan las comunidades eclesiales este domingo es el relato del encuentro de Jesús con un hombre muy rico llamado Zaqueo, de la ciudad de Jericó, en Palestina. Dirigía el cobro de impuestos para el imperio romano.

' Ser rico no es malo. Jesús ama a los ricos y entra en sus “casas”, en su mundo de riqueza a ofrecerles salvación.

Víctor Ruano

Ambos deseaban encontrarse. Lo lograron, a pesar de las murmuraciones de los vecinos, que criticaban se fuera a hospedar a casa de un pecador. La alegría de Zaqueo fue inmensa y la oferta liberadora de Jesús le hizo cambiar de mentalidad hasta el punto de compartir la mitad de sus bienes con los pobres y a cuantos había extorsionado les devolvió cuatro veces más. Mi admiración y respeto por aquellos hombres y mujeres ricos que, gracias a su capacidad emprendedora e innovadora, tienen sus bienes. Han puesto en alto riesgo su patrimonio y algunas veces hasta han fracasado, pero su espíritu de lucha y perseverancia, su confianza en Dios y su capacidad de trabajar en equipo y armonía con sus trabajadores los ha llevado al éxito.

Además, pagan sus impuestos, promueven a sus trabajadores, invierten en el país, son solidarios con los más pobres, aman a Guatemala y la gente los quiere. Sus negocios son transparentes y prosperan, renuevan sus métodos de producción y se vuelven competitivos sin perjudicar a otros.

Pero hay ricos cuyo único fin es el lucro a toda costa, carecen de principios éticos en sus negocios, hasta dentro de sus familias se devoran las herencias dada la ambición que les mueve. Llegan al engaño, la mentira y hasta los homicidios. Su éxito es resultado de la especulación, el individualismo y la avaricia. Unos adquirieron su riqueza como resultado del despojo de tierras a campesinos e indígenas, del robo descarado a las arcas del Estado; otros compran a los operadores de justicia, a quienes elaboran las leyes y gobiernan el país.

Existen ricos que adquirieron su riqueza por medio de la partidocracia corrupta, de sus oscuros negocios con el crimen organizado, el tráfico de personas, de armas y drogas. Hay también corruptos y ladrones que se enriquecen a costa del empobrecimiento de la población. Acumulan sus riquezas en los “paraísos fiscales”. Ser rico no es malo. Jesús ama a los ricos y quiere su salvación. En el texto que hoy comentamos se nota que él quiere que ninguno de ellos eche a perder su vida. Solo pide dejarlo entrar a “su casa”, esto es en su mundo de riqueza y poder, para experimentar su fuerza liberadora, portadora del verdadero sentido de la vida. Vidas sin verdad, sin justicia y sin compasión hacia los demás, son vidas sin sentido.

Lo malo está cuando el rico se aprovecha de los más débiles y su afán es acaparar; mientras más tiene, más quiere. No es capaz de compartir con los más pobres, no solo dando al que no tiene, sino generando fuentes de trabajo y ofreciendo salarios dignos.

La salvación es para todos, ricos y pobres. El Vaticano II, siguiendo la praxis de Jesús, amplió el horizonte hablando de distintas formas en que los seres humanos se ordenan al pueblo de Dios, aludiendo incluso a los que no tienen ninguna religión, pero siguiendo la voz de su conciencia, hacen lo correcto.

Zaqueo entendió el mensaje de Jesús: Compartir los bienes que se tienen en vez de robar lo poco que los pobres tienen. Jesús desconcertó a los ricos porque defendió a los pobres, pero también desconcertó a los pobres porque no abandonó a los ricos. El Evangelio es para todos. En el encuentro con Jesús se descubre la alegría de compartir. Este es el camino para que también los ricos se integren a la comunidad eclesial.

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