Aleph

Los terroristas son otros

Ninguna autoridad indígena, ningún movimiento indígena, forzó ningún paro ciudadano.

El 11 de abril de 2025, la Fiscalía acusó a Héctor Chaclán y Luis Pacheco por los siguientes “delitos”: asociación ilícita, sedición, terrorismo, obstaculización de la justicia y obstrucción de la acción penal. El verdadero “delito” de los dos exdirectivos de los 48 Cantones de Totonicapán fue haber participado en la protesta ciudadana del 2023, cuando el pacto de corruptos quiso cambiar, a través de sus operadores en distintas instancias estatales, los resultados de las elecciones que llevaron a Bernardo Arévalo a la presidencia y se dio el histórico paro de los 106 días, liderado por las autoridades de los pueblos originarios. Ambos siguen en prisión.

¿Manifestar, expresarse y defender la intención democrática constituye terrorismo, asociación ilícita o sedición?

Lo mismo sucedió el 28 de agosto, cuatro meses después de la captura de Luis y Héctor, cuando el Ministerio Público capturó al exalcalde indígena de Sololá  Esteban Toc Tzay, bajo los mismos cargos. Imposible olvidar lo relevante que fue la participación de la Municipalidad Indígena de Sololá en la protesta ciudadana de 2023 y su protagonismo, junto a tantas autoridades como las de los 48 Cantones y tantas organizaciones indígenas más,  por el rescate de un Estado que se encaminaba a la impunidad y el autoritarismo, además de decantarse por la corrupción de siempre. Es un hecho innegable que fueron los pueblos originarios y las juventudes quienes llevaron a Semilla y Arévalo a la presidencia. Sin ese movimiento ciudadano que salió al rescate del Estado y de nuestra incipiente democracia, el Guacamolón seguiría siendo el kilómetro cero de la corrupción; esta se movió del centro del poder gracias a la presión ciudadana y no por arte de magia. 

¿Manifestar, expresarse y defender la intención democrática constituye, entonces, terrorismo, asociación ilícita o sedición? Sí, en el lenguaje de las mafias, sí para los corruptos y para cualquier tiranía o Estado terrorista. No, para un Estado democrático. Pero dejemos de lado, por ahora, el concepto de democracia, que camina por la cuerda floja en todo el mundo. Volvamos a “terrorismo”, otra palabra manoseada desde el poder, que debe recuperar su sentido y significado originales y su lado correcto en la historia. Porque, ahora incluso resulta que la organización histórica de los pueblos originarios es interpretada, a la luz del MP y de las elecciones 2026, como sinónimo de estructura criminal y sus integrantes, son considerados terroristas. El absurdo es equivalente a la estupidez y la maldad de los corruptos.

Ya D. Irturralde señaló, hace un cuarto de siglo, que “el reconocimiento de los derechos colectivos, incluidos los derechos autonómicos de los pueblos indígenas, no eran incompatibles con las lógicas reformistas de los Estados latinomericanos” de aquel entonces. El problema es que el sistema de justicia de Guatemala no se funda en una lógica reformista actualmente, sino más bien en una lógica de impunidad que camina hacia atrás, a ese lugar que adoran las mafias.

Ninguna autoridad indígena, ningún movimiento indígena, forzó ningún paro ciudadano. El país lo pedía a gritos y lo sigue haciendo. Fue un movimiento social de rescate democrático, liderado en uno de sus momentos clave por quienes saben de organización, desde siempre. Lo que sí sucede es la violación a las leyes y a los derechos constitucionales de la ciudadanía por parte de los corruptos y sus operadores en el Estado, todos los días, y eso tiene un nombre: “terrorismo de Estado”.  Este se refiere (según IA) al uso sistemático y deliberado de la violencia y el terror por parte de un gobierno o sus agentes para aterrorizar y controlar a su propia población…”. Esteban Toc salió de la cárcel, por motivos de salud, y fue recibido multitudinariamente en Sololá, tras recuperar su libertad condicional. Recordemos que hablar de los pueblos originarios no es hablar de inditos ni campesinos, sino de actores políticos de peso. Y no olvidemos que la venganza nunca será justicia.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.