Todo proceso de comunicación interpersonal es como un viaje de ida y vuelta. En ese viaje, una persona comparte con otra un mensaje, cuyo contenido y forma tienen una intencionalidad cognitiva, afectiva y/o conductual. Si en el camino aparecen distractores que alteran la atención y el interés de uno o del otro, es probable que al final del viaje ambos sientan que algo faltó decir o que algo faltó escuchar. Si la comunicación parece un asunto fácil y sencillo, ¿por qué genera grandes distorsiones?

Todos quisiéramos comunicarnos efectiva e inequívocamente para crear puentes de armonía entre las ideas de unos y de otros, que permitan acuerdos, consensos soluciones de beneficio para todos. No obstante, comunicarse eficazmente sigue siendo un tema de luces y sombras.

La comunicación está presente en todas las actividades de la sociedad y es una fuente de grandes aciertos o tremendas complicaciones. Tan grande es su influencia, que algunas decisiones críticas se toman a partir de la primera interpretación que un sujeto hace del otro. Ahí radica el valor y la importancia de esta actividad humana; su principal función es poner en común el pensamiento de los interlocutores, de tal manera que ambos se entiendan y comprendan lo que cada quien dice y escucha.

Comunicarse puede ser tan simple como saber cuándo hablar y cuándo callar para escuchar al otro. Requiere abrir espacios para que los interlocutores compartan puntos de vista; no se trata de imponer o de aceptar mensajes según el rol de los interlocutores. El silencio es un aliado: facilita el intercambio de ideas, abre el camino a la comprensión, establece pausas en una conversación y subraya las ideas fuerza.

Comunicación no es lo mismo que información. La primera es un proceso circular en el que los interlocutores alternan roles para lograr, después de un tiempo, un propósito previamente establecido. La segunda es lineal, unidireccional, con rasgos impositivos o instruccionales y por lo mismo, los roles de los sujetos se mantienen inalterables.

Para incrementar la asertividad en un proceso de comunicación interpersonal es importante tener presente que el significado del mensaje no lo construye el emisor sino el receptor. Por lo tanto, es conveniente tomar en cuenta la distorsión que puede causar las percepciones imprecisas sobre la temática que se aborda, así como las interpretaciones diferentes de las palabras que se utilizan, los factores culturales no comunes, las emociones, sentimientos y relaciones personales de los interlocutores, así como el exceso o falta de conocimiento previo que cada una de las personas tiene acerca del tema objeto del encuentro.

Es imposible interpretar un texto sin un contexto. Un significado es completo cuando el detalle tiene una relación con el conjunto y este con el contexto. Cuando usted quiera hablar de un bosque, tome en cuenta que su interlocutor puede reaccionar solo sobre la rama, el árbol o la totalidad del bosque al que usted se refiere.

Las luces y las sombras en una comunicación interpersonal van a depender de qué tan en serio se tome la consecución del objetivo que pretende alcanzar. Busque un momento oportuno y una forma cómoda y agradable para compartir con precisión sus ideas, de tal manera que su pensamiento sea claramente recibido, comprendido y respondido.

La comunicación interpersonal enriquece el diálogo y fomenta la cooperación en todo aspecto, en un viaje de ida y vuelta. Una revisión a nuestra forma de comunicarnos puede proveer sorprendentes resultados para todos.