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Médico que no cobraba consultas ni cirugías

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Anny Veras de Porres escribió el libro El sabio doctor Narciso Sardá Riusech. Vida y obra de un médico de vocación. Litografía Vile. Guatemala, 2022. 172 pp. Seguidamente, la entrevista con la autora, el 19 de octubre del 2022.

' Escribió Cien años sin los achaques de la vejez, La fiebre amarilla y Medicina casera.

José Molina Calderón

¿Qué le motivó a escribir el libro? Creo que cuando alguien muere, sigue viviendo en el recuerdo de sus descendientes. Me rebelé contra la idea de que mi bisabuelo quedara como un médico olvidado. Intenté que se recordara el honor y mérito que merecía. Que hubiera testimonio de su calidad humana, buenas obras y el gran aporte que hizo a Guatemala, su país adoptivo.

¿Quién era el doctor Sardá? Nació el 17 de enero de 1857, en Figueres, Gerona, Provincia de Cataluña, España. Se graduó en la Universidad de Barcelona como médico y cirujano, profesión que ejerció con auténtica vocación. Tenía muy buen sentido de humor, amistoso, excelente padre de familia. Escribió varios libros de medicina: Cien años sin los achaques de la vejez, Semblanzas, La fiebre amarilla y Medicina casera, entre otros.

Fue por gestión suya que el ferrocarril llegó a San Antonio Suchitepéquez. Eso fue muy importante en esa época, cuando aún no había carros (Ford produjo su modelo T en 1908). El comercio floreció en el pueblo. Además, su tenaz lucha contra la fiebre amarilla salvó muchas vidas.

Su padre y su abuelo eran veterinarios empíricos, y a él le fascinaba verlos curar caballos y otros animales. Supo que era necesario estudiar y graduarse para tratar humanos. Al niño le nació el deseo, que después se convirtió en pasión para atender pacientes que sufrían los padecimientos que causa la enfermedad.

En abril de 1885, llegó de Barcelona a Panamá, que entonces pertenecía a Colombia y vivía la guerra de 1884-1885. Allí, con un socio, fundó una casa de salud. Meses después, va a San Salvador, y decide venir a Guatemala y establecerse aquí. Cuenta que le agradó mucho lo amable de sus habitantes y el clima. Vivió un tiempo en Quezaltenango, donde fue director de su Hospital Nacional, pero buscando un clima más cálido decidió establecerse en San Antonio, donde fue alcalde varias veces.

Lo llamaron de Quezaltenango, pidiéndole ver a unos enfermos para quienes no tenían diagnóstico. Él, pronto supo que se trataba de la mortal fiebre amarilla, que había asolado América Latina durante la conquista y no había sido erradicada totalmente.

Años después, la volvió a enfrentar en Escuintla y en Retalhuleu. El virus que avanzaba rápidamente llegó a San Antonio el 23 de julio de 1896. Logró aislar enfermos, desinfectar casas y calles, así como evitar criaderos de los mosquitos que la transmitían. En 1905, atacó Zacapa e Izabal. Aplicó la experiencia de principios asépticos adquiridos y creó una fórmula usando bisulfuro, medicamento que dio muy buen resultado. ¡Había encontrado la solución para tratar la epidemia!

En el libro dice que no cobraba por sus consultas. ¿De qué vivía? Tenía algunos ahorros cuando llegó de España, también de su trabajo en Quezaltenango. Con esos fondos adquirió la finca Campo Alegre.

La agricultura le generó ingresos. Después, estableció una fábrica de cerillos y otra de jabón. Se asoció con Enrique Hertzch, quien después se casó con su hija Valentina, establecieron un beneficio de café y arroz e instalaron un aserradero. Esas inversiones le produjeron rentas suficientes para vivir con comodidad en Villa Gloria, su propiedad en la salida hacia Palo Gordo. Así, pudo seguir atendiendo pacientes sin cobrar. Conservó su pasión por la medicina hasta su muerte.

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