FUERA DE LA CAJA

Mirar el bosque… y también los árboles

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Resulta interesante observar que las personas que superan con éxito los desafíos en el ámbito empresarial e institucional tienen en común una meridiana claridad acerca de dos conceptos que manejan en su tablero de solución de problemas: primero, la estrategia, y segundo, el plan. Los líderes que gestionan con facilidad esta diferencia tienen la ventaja de no confundirse ante escenarios complejos y se encaminan claramente hacia sus objetivos; mantienen la mirada alerta a la oportunidad y saben cuándo un recurso les puede ayudar a alcanzar su propósito; no desperdician tiempo y dinero en esfuerzos que no los posicionan.

Diferenciar estos dos términos no es solo cuestión semántica o, como podría pensarse, de simple sentido común; implica contar con el conocimiento profesional para poder aplicarlo en circunstancias de alta tensión, cuando hay poco tiempo para reflexionar. Como dijo el coordinador del rescate de la congresista colombofrancesa Ingrid Bethancourth, secuestrada en la zona selvática durante más de seis años, después del éxito de la Operación Jaque: “fue el resultado de una estrategia cuidadosamente diseñada, de un plan detalladamente preparado y de una ejecución excelentemente implementada”.

En este caso, la estrategia era rescatar a la congresista con vida sin hacer uso de la fuerza. Esta decisión fue el punto central para que todo aquello que contribuyera al resguardo de la vida de los cautivos se convirtiera en determinante. Le correspondió al plan la meticulosa programación de actividades, incluido el montaje de una organización, en apariencia neutral, para liberar al grupo en cautiverio —en el cual también estaba la congresista—. Sin los conceptos estratégicos claramente definidos, los planes específicos en que se apoyaron, no hubieran tenido claridad y, muy probablemente, tampoco éxito.

' Una estrategia es un qué, mientras que un plan es un cómo.

Klara Campos

El problema de no definir claramente la estrategia y el plan suele visualizarse “a medio camino”, cuando se confunden prioridades y establecimientos de plazos: la brújula empieza a perder el sentido de dónde está el norte. Una estrategia es una conceptualización que define objetivos, justifica y determina criterios, a la vez que señala oportunidades para añadir valor a un producto, marca o situación; o sea, el “qué” y el “por qué”; en tanto que, y complementariamente, un plan es el ordenamiento de una o varias actividades que hacen factible obtener los resultados previstos en la estrategia; o sea, el “cómo”.

Estrategias y planes nos indican algo: definamos lo general, la visión global, y a partir de ello ordenemos lo particular —de manera detallada— para no desperdiciar recursos (siendo el tiempo uno de los más valiosos). La estrategia ayudará a establecer la ventaja, la idea diferenciada de su proyecto. El plan será el mapa a seguir para hacerla realidad. Las personas que visualizan la estrategia tienen visión de águila; los que diseñan el plan suelen ser especialistas que saben cómo sistematizar las acciones que contribuyan a alcanzar el propósito.

La claridad que pueda tener el líder de una organización de ambos conceptos y su habilidad para aplicarlos en escenarios reales es sin duda una cualidad deseable y, en algunas ocasiones, es un talento innato. Sin embargo y afortunadamente, es algo que también puede aprenderse y llevarse a la práctica, y aunque no siempre hay que hacerlo todo por sí mismo, sí es necesario diferenciar el “qué” y el “por qué” del “cómo”.

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