ALEPH
No son partidos, son plataformas de negocios
“Y esta podría ser la definición sencilla de lo que es una plataforma. Un negocio configurado para ganar dinero a través de una comisión o una cuota a los vendedores que utilizan los servicios de la plataforma para vender a los usuarios de esa plataforma. Por eso muchas veces se utiliza la metáfora de los cruceros y los portaaviones. Un negocio lineal es como un crucero todo incluido, el producto es generado y producido por una empresa que es la que finalmente lo vende. Mientras que una plataforma es como un portaaviones. Un lugar donde terceros aterrizan para hacer sus negocios y pagan al dueño del portaaviones por utilizarlo”. (R. Espinoza B.) AirBnB o Uber son ejemplos de este tipo de negocio.
' Queremos elegir de verdad, y no solo votar.
Carolina Escobar Sarti
Llegamos de nuevo al momento en que los casi 30(!) partidos políticos que hay en Guatemala buscan competir en las próximas elecciones, y sabemos que, con pocas excepciones, no estamos hablando de partidos políticos en su concepción tradicional, sino principalmente de plataformas de negocios. Hoy, el portaaviones político-partidario de Guatemala es el lugar de aterrizaje favorito del capital tradicional, del capital narco y, en general, del pacto de corruptos que está definiendo esta cacocracia con sabor a dictadura.
No estoy idealizando el concepto “partidos políticos”, porque entiendo que estos nacieron hace varios siglos cuando los guelfos y los gibelinos buscaban dominar un imperio, defendiendo su propia posición ideológica o programática. También sé que existe un Maquiavelo en el alma de muchos políticos. Sin embargo, hoy la mayoría de los partidos que estarán en el cartón de nuestra lotería electoral no solo buscan lo mismo de antes, sino que parten de un peor lugar y tienen un horizonte más “personal”, carente de toda ética: han dejado claro que entran a la política sin saber nada de política o de teoría del Estado, y mucho de corrupción. Sin vergüenza alguna, nos dejan saber que el fraude puede cometerse mucho antes del día de las elecciones, y que llegan para defender los intereses del poder económico, político y militar sin entender, siquiera, qué es un estado de Derecho y sin una pizca de honor o sentido de futuro.
Lo hacen como si entraran a una plataforma de negocios, para ganar mucho dinero fácil, para defender intereses particulares, y/o para comprar impunidad. Ahora mismo, hay presidentes, expresidentes, narcos y familiares de narcos, magistrados, exfuncionarios o funcionarios actuales negociando apoyos con candidatos que suponen “punteros” y que antes hasta rechazaron, a cambio de comprar impunidad o generar la seguridad y continuidad que necesitan para sus negocios corruptos.
Quienes saben del tema entienden que, en los negocios lineales, el valor se genera controlando con mucha precisión los eslabones de una cadena de valor y buscando la eficiencia. En cambio, un modelo de negocio de plataforma como el de estos partidos genera valor a través de los efectos de red, tanto en la oferta como en la demanda. Los gastos son menores y las ganancias mayores para los dueños del negocio. Cuando hablamos de los partidos como plataformas de negocios, hablamos también de amplias redes de corrupción que han pactado durante largo tiempo para ampliar sus negocios, olvidándose que son electos para representar a la ciudadanía y sus intereses. La gran pregunta es si tenemos claro quiénes son los dueños del portaaviones.
Lo que hay que cambiar es la noción de la legitimidad del poder y las relaciones que se dan alrededor del poder desde los distintos partidos. Queremos elegir de verdad y no solo votar, pero para ello necesitaremos nuevos marcos legales en el sistema electoral y de partidos políticos, regulaciones más claras, instituciones más sólidas, una ciudadanía más formada e informada, una justicia independiente y una clase política decente y profesional que use el cerebro en lugar del shofar para ejercer con dignidad el cargo que representan. En Guatemala, esto aún queda lejos.