RINCÓN DE PETUL
Norte Guatemala
Muchas formas hay para llamar a aquel lugar. “América” se dicen ellos mismos. Otros hablan de las tierras del Tío Sam. O, simplemente “El Norte”. Yo, en nuestro contexto, le llamo Norte Guatemala. Tengo una historia para explicar porqué.
' Es parte nuestra, porque los nuestros están ahí.
Pedro Pablo Solares
En algún ya lejano momento me topé con un paisano por aquellas tierras. Platicando, salió en su conversación: “voy para Norte Carolina”. Automáticamente enmendé: “Carolina del Norte”. “Sí.”, respondió inadvertido, mientras continuó su relato: “Entonces, en Norte Carolina…”. O sea, no hizo caso alguno a mi corrección. Ese intercambio continuó hasta que pronto me quedó claro que él no modificaría su forma de llamar a aquel estado. Ya luego me topé con que la cosa no era personal de él. Todos los paisanos le llaman así, a ese y a los demás estados similares: Sur Dakota, Norte Dakota y Sur Carolina, en lugar de la forma en español considerada correcta: Dakota del Sur, etc. A partir de ahí me surgió una forma personal de llamar al Estados Unidos tan enlazado con nosotros en el contexto de la gran migración guatemalteca. No es ya solo otro país. Es, en muchas formas, una Norte Guatemala.
Y esa Norte Guatemala tiene peculiaridades que provocan que conocerla, sea un reto singular; y conglomerarla como un solo ente, sea temerario. Tan solo una peculiaridad, es su inmenso tamaño. Los 9.8 millones de kilómetros cuadrados son noventa veces más que nuestros modestos 108 mil. Aparte, la diversidad cultural entre las distintas zonas provoca pensar de ellas como si fueran naciones diferentes. Para nada es lo mismo hablar de lugares como el dinámico nordeste, con sus modernas pero históricas ciudades, que del más profundo sur, con sus arraigadas particularidades culturales. O del corredor central, extendido desde Texas hasta las Dakotas, pasando por la otra zona de las Montañas Rocosas, que de la zona Pacífica, enorme extensión desde California hasta el nuboso Washington. Y, a lo largo y ancho de todas esas zonas, esparcidos los nuestros, afrontando cada uno, retos diferentes.
Por primera vez en muchos años se levanta expectativa de un gobierno entrante que atienda con seriedad materias públicas que han sido abandonadas. La comprensión del éxodo sucedido en las últimas décadas, y la atención a la Norte Guatemala, son tan solo algunas de esas. Sin embargo, cuesta encontrar elementos que, además de probos y de buena intención, tengan conocimiento sobre el fenómeno en su justa amplitud. Constantemente se recurre a consejeros que jamás pusieron pie en aquellas lejanías. O a diplomáticos recorridos, pero en otras especialidades. O los académicos que toman protagonismo, cuando viven encerrados en los confines de sus escritorios. A veces, con esos, nos provocamos mutuas frustraciones. Y, en otros casos, se consulta a paisanos migrantes. Excelente, diría uno. Pero suelen estar limitados en su profesionalidad y a generalizar desde la burbuja de sus pequeñas áreas.
Viendo lo relativo al tema en el Plan de Gobierno de Semilla, tengo impresión de que se enfrentaron con esta limitación de recursos. O eso, o se elaboró con cierta ligereza, pues lo que se plantea es somero. Y tengo indicios para pensar que no fue hecho a la carrera, por lo que asumo que más tiene que ver con lo planteado anteriormente. Lo que se propone puede mejorar. Intentaré desde esta tribuna hacer algunas recomendaciones en las próximas entregas. Siempre considerando la amplitud del problema, con sus humanas penas y grandes oportunidades. Con uno de cada seis guatemaltecos viviendo en aquel lugar Norte, y uno de cada cinco quetzales circulantes generados allá, aquel sitio, alguna vez visto como país extranjero, hoy lo es menos. Es parte nuestra, porque los nuestros están ahí. No es ya solo el otrora Estados Unidos. Norte Guatemala o Guatemala Norte. Es ya una parte de nosotros.
* Esta columna defiende el legítimo resultado electoral del 20 de agosto, y cerrará con este mensaje independiente al tema de cada artículo, hasta la esperada toma de posesión del presidente electo Bernardo Arévalo, el 14 de enero de 2024.