CATALEJO
Nuevo libro sobre la mezcla étnica nacional
Luego de seis años de estudios y de lecturas, el doctor Ramiro Bolaños acaba de publicar su libro ¿De dónde venimos, Guatemala?, referente a los orígenes indígenas del país, como primera parte de su segundo libro —aún en preparación— en el cual continúa la repuesta a esa interrogante a partir de la llegada de los españoles y el período republicano, hasta hoy.
Conocer cuál es y cómo se formó la amalgama de la guatemalidad permite a este país multilingüe y pluricultural entender cómo somos, cómo estamos integrados y cuáles son las características de esa mezcla racial, cuya etapa de europeos no ibéricos explica elementos tan variados como las diferencias físicas, de pensamiento y de criterios de quienes tenemos apellidos mayas, de España, el resto de Europa y China.
En este primer libro, el autor se refiere con especial cuidado y certeza a la previa mezcla de las culturas indígenas, una de las cuales eran los mayas, pero no la única. Las comunicaciones entre las culturas toltecas, olmecas, mexicas (o aztecas) asentadas en los territorios mexicanos de hoy, se demuestran con la capacidad de los mayas de construir enormes carreteras, algunas de doce metros de ancho y elevadas sobre la superficie. Estas facilitaron la interrelación cultural mutua y muchas de ellas han sido descubiertas, escondidas en las selvas. Esto influyó en el idioma, la religión, la agricultura y demás, pero también provocaron guerras e invasiones mutuas. Los mayas fueron guerreros, no solo contempladores de las estrellas y calculadores de un calendario exactísimo.
' El ingeniero y doctor humanista e historiador Ramiro Bolaños opina con seriedad y conocimiento de dónde venimos los guatemaltecos.
Mario Antonio Sandoval
El autor analizó y consultó decenas de obras y se entrevistó con científicos variados. No es, claro, el único libro sobre estos temas, pero sí el más reciente y aporta conocimientos nuevos o ampliaciones de otros ya sabidos. Tikal es la ciudad más conocida y las otras descubiertas desde hace tiempo, como Uaxactún, Piedras Negras, Quiriguá, Kaminaljuyú y Takalij Abaj, a las cuales se agrega el Mirador y Kalakmul, situada a cien kilómetros de la primera y poco conocida en Guatemala por estar en Campeche. Califica a Tikal y Kalakmul, rivales, como “súper poderosas ciudades Estado” al estilo de las griegas. Otro dato interesante es la presencia de los quichés entre los años 440 y 120 antes de Cristo, en Jakawitz, o Sajkabajá, muy cercano a la actual Sacapulas.
En la actualidad, por razones políticas, ideológicas y de identificación étnica, se llama mayas a los actuales grupos indígenas guatemaltecos, aunque en realidad ya en 1524 de hecho se habían desplayado hacia el sur y desarrollaron lenguas o al menos dialectos distintos, en forma parecida a lo ocurrido con el latín cuando al dividirse dio origen a las lenguas romances como es el español, francés, italiano, portugués, rumano. Estos factores ayudan a entender el aspecto puramente lingüístico indígena de los guatemaltecos actuales, y además la repetición de las construcciones de pirámides, por ejemplo Zaculeu, Huehuetenango; y Mixco Viejo.
Este libro y el siguiente se relacionan de manera directa con la Historia del país. Ayuda a aclarar errores históricos o equivocadas interpretaciones de los hechos, ahora posibles de analizar con calma y sin ideas activistas. En la actualidad ha disminuido el criterio “la historia es escrita por los vencedores”. Un guatemalteco sereno no saldrá victorioso si da explicaciones, no por tradicionales con menor posibilidad de ser equivocadas. El texto, como es lógico, tiene un nivel de lenguaje técnico elevado y poco conocido para la generalidad, sin importar sus edades, nivel educativo e interés. El beneficio para el conocimiento de nuestra Historia aumentará si se imprime una edición con lenguaje simplificado, dedicada a escolares, universitarios y el público en general.