CATALEJO

Pelé deja su trono de emperador del futbol

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Ayer por la tarde terminó la envidiable y digna de imitación vida de Pelé, el emperador del futbol, calificativo al cual había ascendido conforme fue aumentando su fama en muchos países del mundo, rendidos al ver jugar a alguien cuya impresionante calidad futbolística hizo incrementar el número de aficionados. Su vida y éxitos hicieron mejorar el sentimiento de orgullo nacional de los brasileños y, en las postrimerías de su carrera, inició el futbol en Estados Unidos, con el Cosmos, de New York, la semilla de la hoy potencia estadounidense, y apoyó con su presencia campeonatos infantiles.

Edson Arantes do Nascimento nació en la pobreza. Lustraba zapatos hasta ser descubierto por el equipo Santos, el cual ahora cambiará su uniforme para colocar, según se informó, un adorno con su rostro. De tan solo 16 años participó en su primer mundial, en 1962, y en total jugó en cuatro. De ellos, el mejor fue México 70, cuando en la final contra Italia anotó un gol y dio en pase para el cuarto. En esos tiempos la rudeza del juego era terrible y Pelé adquirió parte de su fama al escaparse de faltas malintencionadas de sus adversarios. Sus saltos fueron motivo de algunos de los más de mil goles de su carrera.
En la actualidad hay un rey, Messi, acompañado de príncipes como Cristiano Ronaldo y otros, pero la edad y el poco tiempo les impide ser emperadores. Pelé muere cuando el prestigio de la FIFA se tambalea, y esto sin duda le debe haber dolido. Muy joven tuve la oportunidad de verlo en un juego en Guatemala contra Comunicaciones. Aplaudimos sus goles: eso íbamos a ver. Recordaré siempre la lealtad a su equipo, su disciplina, su vida ejemplar para los niños deseosos de ser futbolistas, porque nunca hizo comentarios políticos y porque fue el primer futbolista con admiradores en todo el mundo. Hasta siempre, gran Pelé.

' Pelé, emperador del futbol, terminó ayer valiosa vida, fundamental para afianzar ese deporte en todo el mundo.

Mario Antonio Sandoval

2022: descorazonador

En este 2022, con solo 24 horas de vida, resaltan los nombres de la serie de personajes incapaces y obedientes llevados a los puestos con el fin específico de terminar con la razón de ser de los tres poderes estatales, como parte del proceso de “dictadurización” —palabra inexistente pero necesaria— planificada para ir apoderándose paso a paso del Estado y silenciar a los críticos al aplicar el viejo dicho político “para mis amigos, todo; para los demás, la ley”. Es necesario agregarle, en su versión guatemalteca, “…la ley, convertida en instrumento vil de venganza, de aceptación de todo acto corrupto y la creación de acciones de este tipo”.

No es exageración señalar la tragedia de la falta de valor para exigir derechos, el convencimiento de la inutilidad de la protesta o la crítica de familiares y amigos a quien levanta su voz en contra de las tropelías y sus primas hermanas: ilegalidades, abusos, injusticia, violencia, vejaciones a los derechos humanos, persecuciones, burla de la ley, convertida en instrumento de venganza política o de nido de corrupción. Las razones son amplias y tienen relación con la Historia, la composición étnica, la situación económica precaria, y este 2022 es triste y descorazonador porque Guatemala ya pasó del peligroso pantano o al estercolero.

En los últimos lustros, se ha cambiado la admiración por el trabajo honrado para salir adelante con esfuerzo, y ahora se admira el enriquecimiento ilícito, rápido, descarado. Se refleja en el manejo del país, ya sea por politiqueros, empresarios, sindicalistas, integrantes de la academia. El billete es el objeto de admiración y de ilusión por convertirse en alguien cuyos valores verdaderos han desaparecido, y –peor aún— en algunas creencias religiosas es visto como sinónimo de prosperidad o de fortuna divina. Ante esto, se estrella y destruye toda teoría política o económica y se llega al descaro y al desplante. Solo se puede desear feliz año a quienes han decidido cambiar esta inaceptable realidad.

En el 2022 se afianzaron: desplante, descaro, latrocinio, burla y desesperanza, así como la decisión de no enfrentarlas.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.