POR LA LIBERTAD

Percepción de la corrupción

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La semana pasada se dio a conocer el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, en la que nuestro país ocupaba ya el puesto 149 de 180 países. Me entristeció esta noticia porque, si bien es verdad que hay corrupción en el país, no creo que estemos tan mal. La mayoría de los guatemaltecos no somos corruptos, nos molesta la corrupción.

' No podemos seguir sometidos al criterio arbitrario y tiempo de los ministros o funcionarios que firman permisos y licencias.

Ramón Parellada Cuadrado

Pero no me sorprende, ya que la corrupción no se puede medir. Lo que se mide es la “percepción”, que suele ser bastante subjetiva, ya que se basa en opiniones de un cierto grupo de empresarios o personas a las que se les ha consultado. Esa retroalimentación tiene mucho que ver con alguna situación en particular que les hubiera ocurrido y el impacto de esta en ellos. Sin embargo, la lucha contra la corrupción sigue, y claro, todos los casos de políticos y funcionarios importantes que están presos y en procesos de juicios pesan mucho sobre esta percepción. Pero, como dice el dicho, “Cuando el río suena es porque piedras trae”, y es que si entre la gente hay tantos comentarios y rumores sobre temas de corrupción es porque algo debe haber.

Hace unos años vino a Guatemala el economista Luis Pazos, luego de haber sido diputado durante varios años. Él comentaba que la corrupción es cosa de unos pocos, pero la fama se la llevan todos. Que la mayoría de las personas que trabajan en el Gobierno eran honestas, pero por unos pocos, que son los menos, todos son señalados. Esa percepción es equivocada, pero así es.

Hace tres años vino a Guatemala el señor Ronald McLean Abaroa, político boliviano, especialista en temas de transparencia y gobernanza. Fue alcalde de La Paz entre 1987 y 1991 y ministro de Relaciones Exteriores y candidato presidencial en el 2002. Es funcionario del Banco Mundial y suele disertar en Harvard sobre temas del combate a la corrupción, entre otros. Pude escucharlo en alguna de sus conferencias y recuerdo claramente que criticó la forma en que algunos países combatían la corrupción, tratando de únicamente perseguir a los funcionarios o empresarios más importantes del país, como para poner un ejemplo. Eso lo puedes hacer una vez, pero si no cambias el sistema actual, todo seguirá igual. ¿A qué se refería? A que para disminuir la corrupción se necesita evitar que los burócratas o funcionarios que otorgan los permisos y licencias tengan el monopolio de estos.

En esa visita contó parte de sus experiencias en Bolivia. En una alcaldía solo una persona otorgaba los permisos de construcción. Con todo ese poder podía acelerar el proceso para aquellos que le daban alguna “mordida”. Atrasaba los expedientes de los que no querían soltar nada. Era una extorsión y todos tenían que pagarla si querían su permiso. ¿Qué se hizo para romper con este esquema de corrupción? Descentralizar la emisión de permisos. Autorizaron a 200 arquitectos previamente calificados, quienes podían emitir los permisos de construcción. Se creó una competencia y un mercado de permisos y lo más importante es que se eliminó el atraso que existía en los mismos.

En Guatemala podemos disminuir enormemente la corrupción si se elimina el exceso de regulaciones y se descentralizan las emisiones de licencias y permisos que al final queden establecidos. Cada día de atraso en una inversión es muy costoso, tanto para el inversionista como para los guatemaltecos, porque se atrasa el crecimiento económico y la creación de valor y de nuevas oportunidades de mejora de nivel de vida. No podemos seguir sometidos al criterio arbitrario y tiempo de los ministros o funcionarios que firman permisos y licencias.

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