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Perspectiva sobre la expansión de los Brics

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En estos días se anunció la expansión de los Brics, que, a partir de enero del 2024, incluirán a Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Una expansión que da la bienvenida a seis países de los 22 que han solicitado formalmente la membresía, sobre la base de un deseo común de aumentar la cooperación entre los países miembros y promover un papel más influyente para las economías emergentes a nivel mundial. Con la entrada de los nuevos miembros, los países Brics “representarán el 36% del PIB mundial y el 47% de la población de todo el planeta”. Y después de esta primera fase se sumará otra de mayor expansión.

En la actualidad son Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica quienes forman el BRIC. Y aunque este grupo nunca tuvo una identidad o propósito compartido, más que el denominador común de ser economías emergentes de rápido crecimiento, ahora posiblemente la nueva entidad de 11 miembros, —con la oportunidad de que podrían unirse otros países—, sin restricción alguna, ya que no debe ser regional, ideológico, religioso, étnico o histórico, abre un nuevo escenario económico mundial para este poderoso grupo.

El valor del grupo en términos de PIB y producción de petróleo ciertamente aumentará. Pero esta ampliación también cambia la naturaleza de lo que deberían haber sido los Brics. Aunque desde el principio es una construcción política artificial más que un bloque, ahora el grupo tendrá una identidad mucho más inconsistente y será más difícil de manejar internamente. El mayor logro de los Brics había sido crear valor de marca, el riesgo con la expansión es que “la marca” pueda dañarse.

' Con los nuevos miembros, los Brics representarán el 36% del PIB mundial y el 47% de la población de todo el planeta.

Brenda Sanchinelli

La entrada en el bloque de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Irán habla de la creciente importancia que juega la región de Oriente Medio en la reconstrucción del sistema internacional. Los Brics avanzarán exponencialmente con esta alianza. Argentina y Egipto son canastas económicas. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos son países muy ricos que viven del petróleo. Dada la inclusión de Riad, Abu Dhabi y Teherán, con los tres el grupo representa el 42% de la producción mundial de petróleo. Irán es una teocracia cada vez más frágil, con una economía fuertemente sancionada y en decadencia. Etiopía es la única democracia entre los recién llegados y corresponde al modelo original de pobreza, pero de rápido crecimiento, que pasa de una guerra civil a otra.

Esta expansión parece ser el cierre de un círculo y el comienzo de una nueva fase que podría hacer de este grupo la economía más fuerte del mundo, con agendas más amplias y actores de la política internacional cada vez más importantes. Sin embargo, en este momento los Brics, incluso ampliados, no parecen ser capaces de amenazar el dólar o la fortaleza económica del G7.

Según los analistas, el PIB de los Siete Grandes sigue siendo mucho más alto que el de los “competidores”, incluso con los nuevos países adheridos. Aunque en una fase de transición y caos de la arquitectura internacional, centrarse solo en el PIB, para hacer las proyecciones, corre el riesgo de ser útil, pero parcial. Considerando también que Occidente ya no es visto como un protagonista solitario del sistema global.

Respecto del llamado “antiamericanismo”, hay que hacer algunas reflexiones. A medida que más potencias regionales están interesadas en unirse a los Brics, lo que demuestra la creciente influencia de la organización como una nueva fuerza geopolítica, el orden internacional actual liderado por los EE. UU. enfrentará desafíos cada vez más serios.

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