POR LA LIBERTAD
Polémica Cumbre de Celac en México
La semana pasada se llevó a cabo una polémica VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en México. Fue bochornoso ver al presidente de México, Manuel López Obrador, ovacionar al dictador cubano Díaz Canel en un discurso por demás complaciente con el dictador. Otro dictador que asistió a la cumbre fue Nicolás Maduro, que usurpa el poder ilegalmente en Venezuela.
' La alternancia del poder debería poder cambiar sin que se afecten los derechos individuales a la vida, la libertad y la propiedad.
Ramón Parellada Cuadrado
La Celac no debería existir. Se creó para contrarrestar la existente Organización de Estados Americanos (OEA). Es una farsa de la izquierda para ensalzar las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua en este momento y apoyar los movimientos de izquierda en Latinoamérica. Países cuyos líderes han tomado el poder, no a base de elecciones libres y democráticas, sino a base de engaños y fraudes. Países cuya libertad no existe. La vida no vale nada y la destrucción de los derechos individuales es un hecho consumado. Violan los derechos humanos y por supuesto que desde la OEA se les ha culpado, pero no desde Celac, donde se sienten muy cómodos.
Solo los presidentes de Uruguay, Ecuador y Paraguay tuvieron la valentía de decirles sus verdades a los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua. No llegó Ortega, de Nicaragua, porque también le hubiera caído. Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, con gran elocuencia dijo que su presencia en esa cumbre no significaba que reconociera como presidentes a los dictadores de algunos gobiernos. Estas fueron sus palabras: “Cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, no se respeta la separación de poderes, desde el poder se usa el aparato represor para callar protestas y encarcelar opositores, no se respetan los derechos humanos (…), debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
El presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, con total valentía y coherencia dijo que no reconoce como presidente de Venezuela a Nicolás Maduro. Paraguay reconoce a Juan Guaidó.
Por supuesto que tanto Maduro como Díaz Canel y el representante de Nicaragua se defendieron como siempre, haciéndose las víctimas, culpando a otros de sus problemas, principalmente a Estados Unidos, y destacando que en sus países hay más democracia que en el resto del mundo. Y aún así hay quienes se lo creen.
En Latinoamérica nos hacen falta más líderes con claridad que digan las cosas como son, que no sean complacientes con las dictaduras ni con los países que violan los derechos humanos y los derechos individuales. Curiosamente los que más violan estos derechos son los dictadores que usurpan el poder en sus países y que resaltan que son los más democráticos del mundo. Gobiernan a base de terror y mentiras. Meten presos a sus opositores políticos, censuran a la prensa y han cooptado los poderes del Estado, teniendo así el poder absoluto. Podemos afirmar sin lugar a duda que Cuba, Venezuela y Nicaragua están así desde hace años. Pero hay que ir con cuidado a ver qué pasa en otros países donde la división de poderes comienza a volverse uno y quién sabe qué pueda pasar en un futuro cercano, a pesar de que su líder sí hubiese sido electo democráticamente.
Una sociedad libre y democrática debería tener democracias limitadas. La alternancia del poder debería poder cambiar sin que se afecten los derechos individuales a la vida, la libertad y la propiedad. Estos derechos deben ser garantizados en todos lados todo el tiempo. No hay justificación para su violación. Lo contrario es un abuso de poder y una violación a los derechos más fundamentales del ser humano.