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Posibles escenarios sobre el voto nulo

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A partir del 2015, uno de los cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (Lepp) fue darle el valor jurídico vinculante al voto nulo, como una forma para que la ciudadanía exprese su insatisfacción y rechazo, al sistema, las organizaciones políticas o candidatos que se postularon.

' El voto nulo pondrá a prueba el sistema; es un riesgo, sí, pero también podríamos ganar mucho más de lo que perderíamos.

Brenda Sanchinelli

Primero, es importante decir que voto nulo es cualquier tachón, figura o incluso una X que abarque más de un candidato. No es lo mismo que una papeleta en blanco o simplemente no ir a las urnas.

Para que las elecciones se repitan, como lo establece el artículo 203 Bis y 210 de la Ley Electoral, se establece que, de ganar el voto nulo en uno de los procesos, este se repetirá tres meses después de las elecciones generales. Aquí el elector ejerce lo que se conoce doctrinalmente como la abstención activa, que implica no votar por nadie, pero sí participar en el proceso. ¿Qué se conseguiría con esto? Que se tendrían que repetir las asambleas generales de los partidos, donde podrían postular a los mismos candidatos o a otros distintos a los de la primera vuelta.

Este escenario daría lugar a que los tres candidatos más populares que quedaron fuera pudieran participar. Sin embargo, es complicado porque no solo deben encontrar un partido que los proponga, sino también aliarse entre ellos y además enfrentarse a los subterfugios del TSE, y a las mismas cortes que ya los dejaron fuera una vez.

Por algo esta ley maliciosamente redactada, ambigua y llena de agujeros nos conduce a más preguntas que respuestas. Cosa que no fue casualidad, porque dejándola de esa manera calmaron a la gente en el 2015, pero permitieron seguir en la misma cloaca. Por eso dicen que fue un triunfo a medias, ya que permite participar a los mismos candidatos, aunque estén siendo rechazados en la primera vuelta.

El voto nulo solo se quedaría como una medida de protesta y deslegitimación del candidato que gane en segunda vuelta. Cosa que nunca les ha importado a los que ganan, al ser legales, pero no legítimos. De igual forma tendremos que soportar al que resulte en segundo lugar después del voto nulo. Le guste o no el candidato triunfador.

Un punto importante a mencionar es que este tipo de voto puede anular cualquiera de las cinco elecciones que se realizarán: binomio presidencial, corporaciones municipales, diputados por lista nacional, diputados distritales y diputados al Parlacén.

Entonces podrían los electores crear interesantes balances y hacer estrategias para que sus votos sean efectivos. Es decir, votar nulo en la papeleta del binomio presidencial. Y en la de diputados por lista nacional y distrital, votar por los partidos menos nocivos, para que logren un buen número de elementos y hacer un equilibrio de pesos y contrapesos en el Congreso.

Una opción interesante: ¿qué pasaría si todos votamos nulo por los diputados al Parlacén, en la primera y segunda vuelta? ¿acaso lograríamos hacer desaparecer a esa perversa institución del mapa? Durante las elecciones de 2019, en Guatemala ganó el voto nulo en las elecciones al Parlacén, con 20.62%, pero no fue suficiente para repetir el proceso. En segundo lugar quedó el partido UNE, con 19%. Ahora podríamos ir al todo por el todo con voto nulo.

En la forma como está actualmente estructurada la Ley Electoral, el voto nulo no ofrece ninguna solución real a la insatisfacción del electorado. Primero porque la probabilidad d que este alcance la mayoría absoluta es difícil de lograr y segundo porque no obliga a postular nuevos candidatos. Pero aun con estas fallas sería una interesante opción que podría evidenciar nuestra insatisfacción y abrir nuevas posibilidades, que pueden dar muchas sorpresas.

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