Estado, empresa y sociedad

Postura de Guatemala

Ojalá todo se pudiera arreglar con discursos.

Inició y terminó su discurso refiriéndose a nuestra herencia ancestral mayense, saludando en idioma quiché y cerrando en el mejor espíritu del Popol Vuh: “Que todos se levanten, que nadie se quede atrás”, valorando la cosmovisión propia y la diversidad que caracteriza a la comunidad guatemalteca. Así fue el discurso de la semana pasada del presidente Arévalo ante la asamblea de las Naciones Unidas (ONU).

El desafío global de la crisis climática compartida pone en riesgo todo.

Contrastando con las encendidas y disruptivas alocuciones de mandatarios de otras naciones, como la del país anfitrión o la de un exdirigente guerrillero de una querida nación sudamericana, la postura de Guatemala transmitida por medio de su presidente fue más juiciosa y mesurada, sin dejar de abordar temas clave e incluso controversiales.

Reconociendo la fragilidad y debilidad de su gobierno, que a duras penas logró superar las maniobras para impedir la toma del poder y que sigue batallando contra “una minoría corrupta que intentó imponer su permanencia y estafar la democracia”, el presidente expresó su gratitud a los países, pueblos y gobiernos que continúan dando apoyo a “nuestro esfuerzo por rescatar las instituciones democráticas”.

Como en la mejor época de los discursos de la campaña electoral, aseveró que “la corrupción hunde sus raíces en el pasado autoritario, de represión, de violencia política, de exclusión social”, asegurando que el diálogo que promueve su gobierno se enmarca en el consenso nacional de que “no podemos seguir tolerando la corrupción”.

Enfatizó la necesidad de rescatar el multilateralismo y la solución pacífica de las controversias, no tolerando violación alguna a la Carta de la ONU, mencionando a Ucrania, Gaza, Sudán, sin abandonar la esperanza por “un mundo sin guerra, de un futuro en paz”. Guatemala apoya la reforma del Consejo de Seguridad, cuestionando el derecho de veto que ejercen unos pocos, promoviendo un “enfoque colectivo, pacifista y democrático en su acción”. Recordó que Guatemala contribuye con más de 200 oficiales militares en siete misiones de mantenimiento de la paz de la ONU.

Siendo nuestro país de origen, tránsito, retorno y destino de migrantes, recordó la obligación de la ONU de mantener e incrementar la cooperación para la protección de los desplazados que, por razones políticas, sociales, económicas o ambientales han llevado su vida a otros territorios. Rechazó la represión de las aspiraciones de libertad y justicia que sucede en Venezuela y Nicaragua.

Respecto al diferendo territorial, insular y marítimo con Belice, reiteró su confianza en que se alcanzará una solución justa y definitiva, respetuosa de los derechos y dignidad de ambos países, como un acto de fe en el derecho internacional y de compromiso con una paz duradera.

El desafío global de la crisis climática compartida pone en riesgo todo, economía, alimentación y supervivencia, una realidad devastadora que afecta a la humanidad y tendrá consecuencias catastróficas para el futuro; e hizo un llamado a las grandes potencias a asumir la responsabilidad moral y financiera con las naciones que estamos sufriendo los peores efectos. Asimismo, ratificó que Guatemala ha dado un giro hacia la promoción y defensa de los derechos humanos, en la convicción de que el crecimiento económico por sí solo no produce desarrollo.

Conforme a la lógica discursiva expuesta, es difícil criticar la postura del país en el concierto de las naciones, pero quizás no sea la misma postura de la población guatemalteca de cara a las realidades, carencias y debilidades que se viven a nivel nacional. Ojalá todo se pudiera arreglar con discursos.

ESCRITO POR:

José Alejandro Arévalo

Profesional, especialista en banca y finanzas. Profesor universitario. Consultor independiente.