POR LA LIBERTAD

Precios altos de combustibles y sus efectos

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La semana pasada comenté que los precios altos en Guatemala no eran inflacionarios, pero sí afectan al consumidor y a la economía de las personas. Esto porque Guatemala importa combustibles y sus derivados y nada puede hacer con el precio. Somos tomadores del precio.

' En nuestro país, los incrementos de todas estas materias primas y productos terminados nos afectan, pero no son en sí inflacionarios.

Ramón Parellada Cuadrado

El consumidor, dada la limitación de su presupuesto, no tendrá más remedio que dejar de gastar en otras cosas o reducir su ahorro para seguir usando su vehículo o todo aquello de lo que no puede prescindir. Sea como sea, el consumidor sufrirá el aumento de los precios de una forma que verá reducida la cantidad de cosas que podía hacer con sus ingresos.

Me llama la atención cómo algunos diputados tratan de culpar al ministro de Energía y Minas, como si él fuera el responsable del alza en los precios de combustibles. Nadie puede hacer nada. Así de sencillo. Los precios son los que son y estos precios internacionales aumentaron ahora porque hay muchos factores que están afectando al mismo tiempo. Parte de ello fue la reducción de la oferta debido a la pandemia, también la logística que significa cuellos de botella en transporte, barcos de carga, contenedores, etc… La invasión de Rusia a Ucrania es otro factor que se ha sumado a la crisis. Y tal vez una de las más vergonzosas razones por la que los precios están altos es la Opep (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Este es un cártel de gobiernos que fijan cuotas a la producción y exportación del crudo. Controlaban antes de la pandemia alrededor del 42% de la producción mundial del crudo, aunque su participación en exportaciones en el tercer trimestre de 2016 fue del 35%. Estos países poseen el 81% de las reservas mundiales de petróleo. Es lamentable que los gobiernos se empeñan en criticar y regular los cárteles y monopolios privados, pero aceptan y defienden uno estatal como el del petróleo.

Por suerte, el sistema más reciente de extracción de petróleo “fracking” ha venido a rescatar pozos que se habían abandonado y que ahora, a los niveles actuales, están produciendo una buena cantidad de petróleo, principalmente en Estados Unidos. El gas natural se ha vuelto también un producto que permite sustituir muchos usos del petróleo, especialmente en calefacción y en la producción de ciertos derivados. Además, en la medida en que los precios se incrementen, la producción de energía por otros medios se vuelve mucho más atractiva (sol, viento, agua, etc.).

Los precios siempre están fluctuando. Los precios son señales que nos indican la abundancia o escasez relativa de un producto en relación con su demanda. Al precio del mercado, el cien por ciento del producto tiene dueño. Si se interviene con un subsidio, la gente demandará más del producto subsidiado y la cantidad ofrecida no alcanzará para todos. Lo mejor es dejar que los precios reflejen esa escasez relativa sin intervenirlos, para que se nivele la oferta con la demanda lo antes posible. Si las personas no quieren reducir su consumo de combustibles o los derivados del petróleo, tendrán que reducir su ahorro o consumo de otros bienes. No hay receta mágica.

Algo que pueden hacer los gobiernos es eliminar los impuestos a los combustibles para aliviar ligeramente esa carga extra, al menos temporalmente. Debemos aprender a vivir con las fluctuaciones de precios que se forman libremente en el mercado. Esto hará que surjan otras alternativas que podrían ser más económicas. La maravilla de los precios libres permite que las inversiones para la producción de un producto relativamente escaso sean las óptimas. Se beneficia así al consumidor con productos buenos y baratos en el mediano y largo plazo.

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